Gustavo Garza y Martha Schteingart (eds.) (2010)

Desarrollo urbano y regional [Serie: Los grandes problemas de México]

México D.F.: El Colegio de México [Volumen 2], 657 p.



Reseñado por Edgar Guerra Blanco


Universität Bielefeld


En el año 2005, México contaba con 367 ciudades – y entre ellas, 57 zonas metropolitanas – distribuidas a lo largo de su territorio, que en su conjunto, absorbían el 83% de la población urbana, lo que para entonces representaba al 62% de los habitantes del país. Tales números, recientes y contundentes, nos informan, sin la menor duda, de la envergadura de la extensión urbana de México y, de igual forma, nos alertan sobre la dimensión de la problemática que le acompaña. De ahí la necesidad de contar con estudios que centren la mirada en lo urbano y su entorno, como se hace en el libro que aquí se reseña. De hecho, esta obra colectiva, coordinada por Gustavo Garza y Martha Schteingart, nos permite contar con una amplia fotografía del escenario urbano en México: de la distribución de sus manchas y de las direcciones que toma la marea de concreto.


De acuerdo con sus coordinadores, ante el aumento considerable del carácter metropolitano de la urbanización, el volumen colectivo se propone presentar estudios que permitan explicar el nexo entre la organización espacial de la población y las actividades económicas en México. El futuro del país, nos dicen los coordinadores, depende, sí, del desarrollo de su economía, pero también de la distribución de la población en los espacios nacional, regional y urbano; por lo que el Estado debe constituirse en un agente que ordene lo urbano, a través del diseño de “planes económico-espaciales realistas” (27).


La colección de estudios que aquí se presenta es una obra colectiva y multidisciplinaria. Su punto de partida es el empleo de las herramientas conceptuales de la “ciencia urbana y regional”, con el objetivo de analizar “la organización espacial de las actividades económicas y la población” (11). El análisis, además, pretende obsequiar dos panoramas de lo citadino: el interurbano, que estudia el sistema de ciudades y regiones (sus procesos, estructuras y problemas), así como sus perspectivas a futuro; y el intraurbano, que estudia lo que ocurre hacia el interior de las ciudades, identificando y mostrando tendencias recientes en la estructuración metropolitana. Para dar forma a lo anterior, la obra se organiza en dos partes y 14 capítulos distribuidos equitativamente, para cubrir con justicia el estudio de la enorme variedad de procesos y formas de urbanización contemporáneos.


La primera parte del volumen colectivo, consiste de siete capítulos que abordan lo que en la obra se llama el sistema de ciudades. A través de una serie de análisis, que lo mismo observan las características de la dinámica económica en México que sus impactos en la estructuración de lo urbano, se ofrece un mapa del desarrollo urbano de México, apuntando algunas tendencias a futuro. En términos generales, la sección ofrece el diagnóstico más actual sobre la distribución de la mancha urbana en el país, de la grave concentración demográfica en las urbes y de las actividades productivas. Asimismo, aborda las desigualdades en la distribución interna de los recursos en México, la estructura económica y la dinámica de crecimiento, además de la competitividad y gestión urbana en diversas urbes.


La segunda parte también articula de forma complementaria sus capítulos, al analizar aspectos comunes de la estructuración metropolitana. Aquí, por ejemplo, se abordan temas como los cambios en el esquema espacial de las ciudades, a la luz de las profundas transformaciones en el modelo económico – desde la década de 1950 – y cómo han impactado en la distribución espacial de la población, en términos de la segregación de amplios sectores. Además, en esta sección se profundiza en el problema de la vivienda, un tema caro, sin duda, a las grandes metrópolis. Se aborda el asunto de la participación ciudadana, la edificación del
espacio público, además de la construcción y delimitación del orden jurídico actual en la ciudad de México. En general, se estudian diversos aspectos de la problemática intraurbana para ayudar a comprender el marco socio-espacial en el que ocurre la estructuración metropolitana. Se trata, de igual manera, de estudios que se ocupan de temas comunes con perspectivas de análisis y metodologías diversas – cuantitativos, cualitativos, triangulaciones – con la finalidad de identificar patrones, sugerir tendencias y recomendar acciones de política pública.


A pesar de los esfuerzos por presentar un diagnóstico nacional de la problemática urbana en México, muchos de los estudios adolecen de la concentración metropolitana que se le critica al desarrollo urbano: se trata de estudios de la Ciudad de México o de algunas otras urbes que difícilmente reflejarían una tendencia en el tema que se aborda, como sucede cuando se discute los mecanismos de participación ciudadana. De ahí, es cierto, que la mayoría de las veces se sugieran líneas de investigación que subsanen los propios límites de la obra. Por otro lado, más allá de los desequilibrios en términos de investigación empírica, se echa de menos una discusión global de la problemática urbana que, en una introducción, por ejemplo, abordara teóricamente conceptos como “sistema de ciudades” o, de forma más técnica, la relación entre organización espacial de la población y actividad económica. Si bien existe un posicionamiento teórico, éste resulta, de pronto, muy general, si consideramos la envergadura y alcance de los objetivos dela obra. Tal discusión ayudaría, además, a ubicar de forma más nítida los aportes concretos del volumen colectivo al estado del arte de la problemática urbana mexicana. De hecho, el texto se detiene abruptamente – como el asfalto ante el desierto – sin un apartado de conclusiones en el que se ponderen los alcances de los estudios presentados y se les de unidad frente a la ambiciosa tarea de discusión de los “grandes problemas nacionales”.


Por otro lado, si bien los estudios – de calidad variada – por momentos parecen ofrecer conocimientos que ya forman parte del acervo actual y, por tanto, demeritan su originalidad (por ejemplo: los escenarios de exclusión urbanos son un reflejo de la desigualdad económica entre regiones, es decir, las diferencias sociales presentan una exposición geográfica), lo que también resulta un tanto insuficiente es que, la mayoría de las veces, las políticas públicas que se sugieren son muy generales, no tienen especificidad. Así, por ejemplo, se sugiere, en el plano de la política habitacional, el “apoyo financiero con subsidio a la producción social de vivienda y la descentralización de la acción habitacional del Estado” (582). Además, no siempre se acompañan de un examen detallado de la agenda gubernamental, en la que se revise los datos sobre los que el Estado construye sus políticas, se analicen el diseño, objetivos y resultados de las acciones realizadas y se complemente con las propuestas de los autores.


Con todo, en términos generales, el libro tiene la virtud de aportar conocimiento empírico sobre temas fundamentales y nos ofrece una imagen global de la masiva y acelerada urbanización de México – frente al declive de las regiones rurales – y que ha resultado en enormes desequilibrios tanto al interior de las ciudades, como en la relación entre ellas y con las regiones que las circundan. Además, lo anterior resulta de interés, no sólo para los observadores del acontecer nacional mexicano, sino que también para especialistas en estudios urbanos y desarrollo regional, ya que, al mismo tiempo, la colección de artículos, al ser sumamente diferenciada, inscribe al conjunto de la obra en los debates teóricos actuales sobre competitividad urbana, el espacio público o el orden jurídico en la urbe, entre otros.