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Lisa M. Glidden (2011)

Mobilizing Ethnic Identity in the Andes

Lanham, Boulder, New York, Toronto, Plymouth: Lexington Books, 127 p.



Reseñado por Rocío Vera Santos


Lateinamerika-Institut, Freie Universität Berlin


Lisa Glidden, profesora asistente de Ciencias Políticas en Oswego State University of New York publicó el resultado de su tesis doctoral, la misma que se centró en investigar movilizaciones étnicas en Ecuador y Perú, dos países fronterizos, con población indígena e historias similares, pero con diferentes maneras de movilizar su identidad. Su análisis intenta demostrar teórica y empíricamente por qué los indígenas de la Sierra ecuatoriana y de la región amazónica de ambos países han presentado sus reclamos y demandas a sus respectivos gobiernos, a partir de la construcción, movilización y politización de su identidad étnica, mientras que los indígenas peruanos de la Sierra lo han hecho priorizando su identidad de clase. Los casos evidencian que el proceso de construcción de identidades étnicas son el resultado de una opción estratégica de representación de los colectivos, los mismos que de acuerdo con la autora estarían apoyados por activistas, líderes, mediadores o brokers, ya que éstos tendrían la capacidad de observar y aprovechar las oportunidades y dirigir sus acciones a públicos específicos (53). Ésto, sin embargo, es cuestionable ya que centraliza la acción en los brokers, restando mérito a la propia agencia de la comunidad indígena. Si bien los brokers son una pieza clave para movilizar una identidad étnica, los casos analizados evidencian que éstos sólo logran tener efecto cuando forman parte de la comunidad indígena y de los objetivos o intereses que va construyendo dicha comunidad, en función de coyunturas y contextos específicos.


El libro se estructura en cuatro capítulos. El primero plantea el marco teórico, el mismo que considera la propuesta de McAdam y sus seguidores. Estos autores proponen entender a los movimientos sociales, no desde una concepción estática, sino más relacional y dinámica de los procesos de movilización y acción política. Según estos autores, estos procesos son más evidentes cuando se pasa de una visión racional, cultural o estructural de la movilización a una que considera las percepciones que llevan a la acción política. Mientras que los argumentos racionalistas explican la formación de identidades a partir de conseguir mejores oportunidades de vida, la autora, en cambio, centra su interés en identificar cómo los miembros de un movimiento entienden esas oportunidades, incluyendo nociones de dignidad y autoestima, más que concepciones materialistas de intereses propios (3). Estos procesos son explicados desde cuatro categorías de análisis interrelacionadas: formación de la identidad, en base a la toma de conciencia donde se priorizan ciertos atributos, por ejemplo, el idioma; las amenazas u oportunidades, que llevan a la movilización; las certificaciones dadas por actores externos u organismos internacionales que, a su vez, proveen importantes recursos; y, la politización de la identidad étnica, en donde se destaca el rol de los mediadores o brokers (indígenas o no indígenas), quienes conectarían las demandas del movimiento étnico con el sistema político, mediante la activación de redes sociales con intereses comunes. El segundo y tercer capítulo examinan la formación de la identidad étnica en la Sierra de Ecuador y Perú, en base a entrevistas a dirigentes de organizaciones y material de archivo. El cuarto capítulo examina esta formación en la región amazónica de los dos países. Finalmente, la autora propone considerar estas categorías para estudiar movilizaciones étnicas en otras regiones del mundo, como Canadá o Europa.

En el caso de Perú, la autora indica que indigenistas, gobiernos de turno y organizaciones internacionales impulsaron la formación de una identidad étnica, a través del reconocimiento de las lenguas originarias, la celebración de festividades que valoran el pasado incaico y la implementación de proyectos destinados
a los indígenas (66). Estos proyectos, sin embargo, no necesariamente respondían a las necesidades o demandas de las comunidades, lo cual muestra que la acción de brokers, incluso la certificación externa, no tienen efecto cuando estas propuestas son distantes de la propia comunidad indígena. La autora indica que, a pesar de que el gobierno militar de Velasco (1968) rescató símbolos indígenas, esta población fue categorizada por este gobierno como campesina, fortaleciendo así su identidad de clase (67). En este sentido, la autora no precisa que los símbolos que se captaban hacían relación a un pasado incaico, pero desasociado de los indígenas, ya que a fin de distanciarse de los estereotipos y connotaciones negativas que implicaba ser identificado como indígena, éstos tendieron estratégicamente a identificarse más como campesinos mestizos. El contexto de la Reforma Agraria, entendida como un atributo de oportunidades y a la vez de amenazas, se vincula con el surgimiento de movimientos de izquierda y de grupos guerrilleros. Se observa, entonces, que en el siglo XX la izquierda en Perú tuvo gran potencial en organizar a los indígenas, en su mayoría campesinos o mineros, a través de la politización de su identidad de clase. Posteriormente, la certificación que proveía la OIT, sin una fuerte organización indígena, no fue utilizada como una oportunidad para generar movilizaciones y fortalecimientos de la identidad étnica.


En Ecuador, en cambio, desde los gobiernos de turno se impulsaba la formación de una identidad de clase. Por ejemplo, con la revolución liberal de Eloy Alfaro (1895) se esperaba favorecer a los campesinos sometidos al concertaje; sin embargo, no se llegó a eliminar esta forma de servidumbre, lo cual motivó a que los indígenas, con la mediación de la Confederación Ecuatoriana de Trabajadores del Partido Comunista, funden en 1944 la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI). La autora indica que las demandas que se exponían, si bien eran generadas desde una lucha de clase, tenían ya una base étnica, puesto que se exigía la educación bilingüe (48). La autora, sin embargo, no menciona la creación en esta época del Instituto Indigenista Ecuatoriano que, desde una visión paternalista y racista, intentaba solucionar el “problema indio”, asimilándolos a la cultura mestiza nacional. La Reforma Agraria, por su parte, eliminó el sistema de huasipungo y creó el Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC). La autora precisa un punto importante en el proceso de formación de la identidad, al indicar que antes de la reforma los indígenas debían plantear sus quejas y reclamos a los terratenientes, mientras que, tras la reforma, el IERAC fue utilizado como un canal para que los líderes indígenas ya organizados presentasen sus demandas directamente al Estado (63). A mediados de los años 80 se crearon diversas organizaciones indígenas a nivel local y nacional, muchas de ellas con apoyo internacional, como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). La politización de la identidad étnica a nivel nacional promovida por brokers (líderes indígenas) se vio reforzada con la certificación provista por el Convenio 169 de la OIT, y por los proyectos de desarrollo impulsados por organizaciones internacionales.


Finalmente, la autora observa que la construcción de identidades y organizaciones indígenas en la amazonia ecuatoriana y peruana se fortaleció por la atribución de amenazas a sus territorios. En Ecuador, por la entrada de colonos y empresas petroleras extranjeras en el contexto de la Reforma Agraria de 1964; y, en el Perú, por la aplicación de la Ley de 1909, dada en 1974, la cual proveía dominio de los territorios indígenas por parte del Estado.


Mientras que los casos presentados en la Amazonía son muy claros a la hora de identificar qué categoría es la más relevante, en los de la Sierra ésto analíticamente no es tan evidente. Lo que sí se destaca de manera clara es que los atributos de amenazas pueden generar formación de identidad étnica y movilización, y que las certificaciones no necesariamente corresponden o llevan a generar movilizaciones étnicas. La obra, no obstante, logra combinar acercamientos teóricos sobre movimientos sociales y construcción de identidades, aproximaciones que – por lo general – han sido trabajados separadamente, brindando al lector, sea éste no especializado o académico, información sobre los mecanismos que influyen en la construcción de identidades étnicas y en su movilización política, combinando un análisis comparativo histórico, contextual y transnacional.