Hugo Fazio

Indignación: Causales Socioeconómicas

Santiago de Chile: LOM Ediciones/CENDA, 2012, 257 p.

 

Reseñado por Jorge Atria

Lateinamerika-Institut, Freie Universität Berlin

 

 

Las manifestaciones del año 2011 en distintos países de Europa, en Estados Unidos y en Chile fueron conocidas mundialmente, planteando interrogantes sobre la organización y la asociatividad de los_as ciudadanos_as, la función de las redes sociales y la relación de las protestas con movimientos sociales de larga data. Diversas publicaciones recientes, tanto de renombrados economistas como de autores en perspectiva crítica que analizan un país o un grupo de ellos, exploran distintos determinantes para comprender estos sucesos. Aunque las movilizaciones no compartían un fundamento común, un rasgo fue transversal a todas ellas: se trató de expresar indignación con inusitada fuerza y convicción. Esto conecta con reflexiones sobre participación política, poder, la posición de las elites o la desigualdad social.

 

El libro de Hugo Fazio combina los elementos antes descritos. Por un lado, es una abundante descripción de las protestas en Chile en 2011. Por otro lado, resume las características centrales de las crisis económicas y políticas a nivel mundial. Para esto se sirve de un original método: los sucesos más relevantes del periodo son comentados y debatidos a través de citas de actores y medios internacionales. El resultado es un compendio de casos de notoriedad pública, elegidos para evidenciar los grandes conflictos sociales y económicos recientes.

 

Fazio – economista, ex vicepresidente del Banco Central, profesor emérito de las universidades Arcis y Academia de Humanismo Cristiano, y cofundador de Cenda (Centro de Estudios del Desarrollo Alternativo) – ha publicado numerosos trabajos en relación a la economía política chilena y al sistema económico mundial desde una posición crítica, examinando las deficiencias del capitalismo y del funcionamiento de los mercados en la sociedad.

 

El leitmotiv del libro se refleja ya en el título: se busca probar que la indignación ciudadana tiene causales socioeconómicas. Y aunque esto incluye una dimensión política, es analizado en especial a través del actuar imperfecto del mercado, de la gran desigualdad y de las malas decisiones macroeconómicas de gobiernos y organizaciones internacionales – en especial la Troika de la Unión Europea (representantes del FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión de la Unión Europea) – para enfrentar la crisis. Subyace la tesis de que la situación de los bancos y de las elites tendría preferencia sobre la de los_as ciudadanos_as comunes, con consecuencias graves en el presente y futuro. En este sentido, la perspectiva de Fazio no es neutral y su intención es evidente: el capitalismo tiene problemas estructurales que deben confrontarse urgentemente con medidas alternativas. La hegemonía del modelo de mercado debe ser transformada y, para ello, las manifestaciones son un paso correcto.

 

En el primer capítulo, el libro se ocupa de Chile en el año 2011, año en que se desarrollaron cientos de manifestaciones, congregando a cientos de miles de personas. Se describen las protestas ciudadanas, sus demandas y las reacciones del gobierno, y se presentan casos críticos de mercados fallidos que perjudicaron gravemente a miles de ciudadanos y ciudadanas. Se abordan también conflictos en el sector minero a través del litigio entre la empresa Anglo American y Codelco (Corporación Chilena del Cobre, empresa minera del Estado chileno) para adquirir una participación accionaria de una mina de alta rentabilidad. Los hechos evidencian un desarrollo nacional con fallas ostensibles – la cara menos visible del “caso ejemplar” chileno – en la medida que se muestra la persistencia de intereses particulares y sistemas abusivos que atentan contra el bien común en áreas importantes del país. Fazio critica al gobierno y avizora un futuro negativo si la dominancia de las elites, las desproporcionadas ganancias de las grandes empresas y la desatención de los intereses nacionales se imponen sin contrapeso.

 

El segundo capítulo refiere a la crisis económica en Estados Unidos y Europa, y al rol de Alemania, Francia y la mayoría de los organismos supranacionales. Para Fazio, la falta de manejo de estos últimos para encarar la crisis global es una prueba irrefutable de que las grandes decisiones siguen perteneciendo a las autoridades nacionales, en especial a las de los países poderosos. Los organismos supranacionales no ofrecerían gobernabilidad ni control y, por ello, no sería deseable una erosión de los Estados nacionales, pues ello empeoraría aún más los mercados globales.

 

Frente a los conflictos económicos, escándalos de corrupción y reacciones a la crisis, el autor inquiere acerca de los derechos de los_as ciudadanos_as y si ellos son priorizados y defendidos. Esta preocupación sería irrelevante para muchos gobiernos si se atiende a los debates del presente, que parecen girar más en torno al salvataje de la industria bancaria, que a la reducción del desempleo o a la creciente tasa de suicidios en los países en crisis.

 

En ello estriba para Fazio el fundamento de las protestas de los últimos años. La indignación y la disconformidad ciudadana son así interpretadas como fuerzas de resistencia para contener y, eventualmente, hacer retroceder el funcionamiento agresivo y avasallador de intereses minoritarios. Para el autor, esto debe ser aún más importante, lo que a ratos se traduce en recomendaciones explícitas en aras de incentivar el descontento en áreas de la sociedad donde la indignación aún no es flagrante. En esos pasajes el libro deviene ya no en una analítica de las protestas, sino en un instrumento de denuncia sobre funcionamientos inadecuados en los sectores público y privado, que para el autor son inaceptables, y que debieran alimentar la molestia ciudadana en el futuro.

 

Aunque el trabajo de Fazio se presenta de forma original, en sus contenidos no es novedoso. Cualquier persona interesada en la crisis económica, en las críticas contra el neoliberalismo o en las controvertidas medidas para aliviar a países de la Unión Europea, no se sorprenderá por las descripciones del libro. Esto no tendría importancia si se elaboraran explicaciones más profundas sobre las causas de la indignación, pero ello no acaece. El libro deviene así más en un informe de conflictos económicos y políticos en Chile y el mundo, que en una propuesta teórica o empírica para articular e interpretar los mismos. También faltan modelos o al menos alternativas pragmáticas contra el actual sistema económico o la crisis financiera, que vayan más allá de ideas generales ya conocidas. Aunque el libro recomienda continuar con la indignación y el compromiso de las protestas, vale preguntarse si ése es el mensaje más importante, o más bien expertos como Fazio debieran concentrarse en ensayar nuevas respuestas para resolver los problemas que él denuncia.

 

Asimismo, el autor vincula en cada capítulo fenómenos de niveles muy distintos (históricos y recientes, globales y nacionales, políticos, geopolíticos y económicos), creando un modelo de análisis demasiado general, inadecuado para exponer convincentemente qué está detrás de los conflictos sociales de años recientes y por qué ellos gatillaron protestas en diversas partes del mundo. Así, los problemas económicos y sociales se ilustran con claridad, pero la poca ponderación imposibilita entenderlos en conjunto (¿Son todos los acontecimientos del libro igualmente relevantes para entender las protestas?).

 

Con todo, el libro es un aporte útil para propiciar una visión crítica de los procesos sociales actuales, especialmente para lectores_as no expertos_as, interesados_as en conocer con información detallada los grandes debates a partir de las crisis recientes. La discusión de temas complejos – a través de las opiniones de conocidos actores y medios de comunicación – ayuda a visibilizar la displicencia que denota el actuar de algunos gobiernos en el cumplimiento de derechos sociales de miles de ciudadanos y ciudadanas en el mundo. En este sentido el libro es también un estímulo para las ciencias sociales, al evidenciar las falencias económicas y sociales de distintos modelos de desarrollo; mostrando la necesidad de pensar en nuevas reformas económicas y de profundizar en el análisis sobre las sociedades actuales y los movimientos sociales en el siglo XXI.