Marco Navas Alvear Lo Público Insurgente. Crisis y Construcción de la Política en la Esfera Pública Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, CIESPAL, 2012, 541 p. |
Reseñado por Oscar Gabriel Vivallo Urra
Lateinamerika-Institut, Freie Universität Berlin
El libro constituye la versión revisada de la tesis doctoral de Marco Navas Alvear, denominada “Lo Público Insurgente en Situaciones de Crisis Política: Medios y Ciudadanos en la Revuelta de los Forajidos”, presentada por el autor para la obtención del grado de Doktor der Philosophie en el área de ciencias políticas, en la Freie Universität Berlin, Alemania. Tal como señala en su prólogo Philip Kitzberger (profesor de la Universidad Torcuato di Tella, en Argentina), Navas “se conecta en un diálogo crítico con diferentes enfoques teóricos y discusiones en la ciencias sociales” (11), aludiendo, por ejemplo, al debate en torno a la “noción habermassiana de esfera pública y las teorías de acción contenciosa desarrolladas por autores como Charles Tilly” (11). En los siete capítulos del libro, el autor desliza su análisis en dos tiempos políticos. En primer lugar, desde la perspectiva de lo público, recorre el proceso democrático ecuatoriano, desde la fase que denomina “redemocratización”, hasta el periodo gubernamental de Alfredo Palacio. Y, por otra parte, rememora la crisis política del 2004-2005, concentrándose en el caso empírico popularizado como “Revuelta de los Forajidos” (13-20 de abril del 2005), que culmina con el cese de las funciones del mandatario.
El libro de Navas, que podría decirse que va dirigido a los ámbitos especializados de la academia, de las ciencias sociales y, en especial, de las ciencias políticas, también provee de instrumentos analíticos para quienes auscultan y desarrollan sus observaciones desde el controvertido campo del ejercicio de la política. En tal sentido, el aporte del autor al debate es ambiciosa: procura desarrollar una “reflexión sobre cómo se construye comunicativamente la política en la esfera de lo público” (18). Mediante su concepto central de “publicización”, intenta definir y analizar aquellas “formas a partir de las cuales se construyen públicamente determinados fenómenos contenciosos de acción colectiva (como las revueltas), emergidos durante situaciones de crisis política y por sus efectos insurgentes sobre el proceso democrático” (18).
De acuerdo a lo plateado por Navas, su análisis teórico se sitúa en el marco de dos tradiciones analíticas: los enfoques político-institucionales, en donde la Revuelta surgiría de deficiencias persistentes del sistema político y, por otro lado, la sociología de la acción colectiva y de los “mass media”, perspectivas centradas en los actores, en los movimientos sociales y en los medios de comunicación. En tal sentido, el concepto de lo “público político” erigido por el autor, entendido como una dimensión decisiva de las relaciones sociales para la construcción democrática, pretende constituirse como un instrumento analítico de integración de ambas tradiciones analíticas.
Esto se traduce en una minuciosa revisión de una serie estudios que se sitúan en una perspectiva de análisis estructural, así como en aquellas posiciones centradas en la acción colectiva y en los análisis de tendencia coyuntural. Si en el segundo y tercer capítulo Navas se sumerge en los orígenes y desarrollo de la crisis política ecuatoriana del 2004 – 2005, es a partir del capítulo quinto donde se aboca decisivamente al caso empírico la Revuelta y a su análisis como problema público (capítulo sexto). La dinámica analítica que Navas imprime en su estudio – cuyo valor hay que reconocer – exige a los conceptos que utiliza – entre ellos, el más relevante el de “publicización” – una operacionalización de línea ascendente y descendente, flexibilizando las fronteras conceptuales existentes entre los enfoques políticos-institucionales, y la sociología de la comunicación y de los movimientos sociales. Esta condición es relevante si se quiere confrontar los datos empíricos que proporciona el autor con la reconstrucción documental y teórica que realiza en el libro.
Navas otorga una relevancia central a la comunicación, en el sentido de “cómo pasó de ser un recurso importante para los actores a convertirse en el eje central de la acción colectiva” (454). Desde un punto de vista empírico, el autor incorpora como actor relevante la radioemisora La Luna, medio de comunicación que no sólo habría tenido un rol de transmisora de información, sino también de generadora de ésta, a partir de su vinculación directa con los actores movilizados. Desde esta perspectiva, el concepto central de “publicización” cobra gran relevancia como factor explicativo, así como el protagonismo que adquieren los actores en la Revuelta en el año 2005, en tanto fenómeno de acción colectiva. Esto quiere decir que la Revuelta y la crisis política en que está inserta no puede entenderse como un mero fenómeno político, sino que es necesario incorporar además “esta rica y compleja dinámica comunicativa que la cruzó y alimentó, y que se expresó por antonomasia en una forma de publicización que hemos denominado como insurgente, por sus efectos fuertes y decisivos sobre el problema de la crisis política” (454).
Es por ello que Navas, en su intento por vincular críticamente la crisis política ecuatoriana con el fenómeno político-comunicativo de la Revuelta, establece que el proceso de publicización no sólo generó una discusión a partir de los procesos de problematización (ideal deliberativo habermassiano), sino que habría asimismo producido efectos insurgentes: salida del mandatario de sus funciones de gobierno e instalación de la demanda de transformación del orden político.
Por otra parte, el autor establece una matriz analítica que distingue “escenario” y “red”, ambos comunicativos, los cuales se vinculan mediante cuatro componentes: actores, proceso, marcos y performances. Esta matriz se vuelve relevante en el análisis de Navas, reafirmando el carácter insurgente de la dinámica de publicización, la cual se caracterizaría por: (1) su alto nivel de participación (incorporación y politización de nuevos actores y desarrollo de nuevas formas organizativas y expresivas); (2) (re)conexión de espacios antes fragmentados (privados y cotidianos de socialización, discusión política con espacios públicos institucionalizados, flujos de comunicación política) y; (3) mezcla de marcos y performance, todo ello como parte de un proceso de publicización significativamente crítico (466).
Más allá del carácter insurgente que Navas atribuye a los procesos de publicización, es destacable la batería de argumentos analíticos que despliega para argumentar cómo la Revuelta de los Forajidos constituye “un punto de inflexión entre una etapa de inestabilidad en el proceso político ecuatoriano, hacia otra de transformación” (476). En tal sentido, “lo público político” y el concepto dinámico de “publicización” se erigen como instrumentos conceptuales que cobijan la minuciosa disección que Navas establece al vincular la crisis política ecuatoriana con la Revuelta. Sin embargo, se vuelve necesario revisar los alcances que sus planteamientos tienen en término de extrapolación, incluso aplicando el análisis a casos que menciona Navas en los inicios de su libro, como las grandes movilizaciones sociales acaecidas en Argentina en el 2001.
Del mismo modo, una línea prácticamente ausente de su marco analítico corresponde a las categorías de género y de clase (es prácticamente en la clase media en la cual centra su análisis), y su relevancia en el proceso insurgente. Esta distancia – que no es sólo textual – con ciertas categorías sociales, incurre en un acto, intencionado o no, de invisibilización de la función sociopolítica de, por ejemplo, las mujeres ecuatorianas o los excluidos socioeconómicamente en el proceso comunicativo de insurgencia. Y en el ámbito indígena, se extraña una profundización mayor de su función sociopolítica, más allá de la incorporación de sus demandas. Debido a ello, es difícil precisar en qué medida el esquema analítico propuesto por Navas se vería afectado con la incorporación de estas categorías sociales y cómo la dinámica del proceso de publicización fue influenciada (o no) por la participación de grupos sociales no visibilizados o parcialmente considerados en el estudio.
Esto implica reconocer que los fenómenos contenciosos y los procesos insurgentes, entendidos como procesos sociopolíticos comunicativos, no están exentos de la estructura de relaciones sociales en que estos procesos cobran fuerza y vigor. Sus actores son afectados por la construcción de categorías sociales e identidades, que pueden adquirir relevancia sociopolítica en casos de crisis y movilización social. No en vano, la masiva presencia de mujeres, por ejemplo, en las manifestaciones sociales ecuatorianas, señala una ruta que debiese alejar al autor del riesgo del reduccionismo analítico. Quizás sea éste uno de los desafíos futuros de Navas: reconocer la corporalidad social de la insurgencia y correr el velo que evita reconocer que la Revuelta, en los terrenos de la construcción social, también tuvo cuerpos e identidades sociales específicas.