Blumenkranz, Carla et al. (eds.) Occupy! Die ersten Wochen in New York. Eine Dokumentation Berlin: Suhrkamp Digital, 2011, 94 p. |
Reseñado por Laura Kemmer
Freie Universität Berlin
¡Ocupemos todo! (Occupy!) (89). Así empieza y termina – con un título tan sencillo como imperativo – una de las primeras intervenciones publicadas en versión impresa por activistas del movimiento Occupy Wall Street (OWS). Entre las innumerables publicaciones que han tratado de explicar el fenómeno OWS, después de su comienzo en septiembre del año 2011, este libro se destaca por su carácter testimonial, ofreciendo “una documentación de las primeras semanas en Nueva York” (cf. título). Sus editores y editoras son introducidos_as como un equipo de activistas, publicistas y cineastas involucrados_as en la producción de la revista literaria n+1 (desde 2004), la cual había apoyado al movimiento con la producción de un panfleto especial de cuarenta páginas. Los primeros tres números de esta gazette sirven como base para la publicación simultánea tanto de su versión original – bajo el título de “Occupy! Scenes From Occupied America” (Verso Ed.) – como de su traducción alemana por la editorial Suhrkamp. En su nueva serie digital, la editorial pretende ofrecer acceso inmediato a versiones impresas y digitales de “manifiestos, dossiers y reportajes breves y actuales” (cf. Suhrkamp.de).
En su primera parte (7-38), el libro cumple con la promesa de ofrecer un testimonio escrito del movimiento estadounidense. Los_as lectores_as interesados_as en la composición de retóricas, propuestas, símbolos y actores presentes en el Zucchotti Park neoyorkino, encuentran una descripción densa y atmosférica de los comienzos del otoño de 2011. Con el uso estilístico de reproducir e-mails, mensajes de texto, comunicaciones vía Twitter y entradas en varios blogs, los_as editores_as logran hacer comprensible las dinámicas de OWS. Sin embargo, el poder de las comunidades virtuales en la Web 2.0 se desmitifica con la observación de Astra Taylor, quien señala que “para tener algo que tuitear, antes hay que salir a la calle” (19). El lugar de articulación, entonces, se presenta como el factor más importante para el crecimiento de un movimiento que empezó con una “asamblea general” (inspirada por el movimiento 15-M en España) de unos cientos de manifestantes y que, en menos de un mes, se convirtió en un movimiento de masas no sólo en Estados Unidos (EE.UU). “Lo encuentro excitante que la gente indignada reivindique el espacio público a nivel mundial” (14), opina el escritor Eli Schmitt después de la primera semana de OWS. El eslogan “¿La calle de quién? ¡Nuestra calle!” (9),1 demuestra claramente cómo a través de la ocupación por parte de una “alianza de cuerpos humanos” (35) – término usado por la filósofa Judith Butler en la última intervención de esta primera parte – el espacio público se convierte en bien común.
En la segunda parte de “Occupy!” (38-82), los_as editores_as de n+1 – junto con varios_as intelectuales de izquierda como Slavoj Žižek – ofrecen contextualizar, analizar y pronosticar la protesta del “99 por ciento”. La selección de artículos para la edición alemana del libro se concentra en la situación socioeconómica de los EE.UU; hecho que explica tanto la inclusión de un texto del economista Joseph Stiglitz sobre la ignorancia del “uno por ciento” de la población, como la “carta de despedida al Sueño Americano” del fundador de n+1, Marco Roth, y el alegato de Doug Henwood por reformar el Sistema de Reserva Federal (FED) de los EE.UU. Las críticas de Stiglitz y Roth se enfocan, principalmente, en la creciente desigualdad socioeconómica de la población estadounidense como causa de OWS. Mientras que Stiglitz razona que si el “uno por ciento” reconociera su enlazamiento inseparable con el demás “99 por ciento”, se preocuparía del bienestar general de la sociedad (50); Roth desarrolla su argumento desde la perspectiva de la gente que experimenta “el equivalente privado de las fallas económicas que expertos como Paul Krugman o Joseph Stiglitz analizan” (39). Siguiendo el énfasis de los estudios clásicos sobre la identidad colectiva de un movimiento social (Rucht 19952), tanto Roth como el periodista del n+1, Charles Petersen, interpretan la fórmula “yo soy el 99 por ciento” como factor constituyente de una “consciencia de clase” (40) o un “populismo de izquierda” (51). En su artículo, Petersen contradice la evaluación más bien pesimista de Roth quien sostiene que “la creación de un monumento no es un acto de resistencia” (40), enfatizando el potencial del movimiento de redefinir la mayoría de la población como “excluida” (51) de las decisiones democráticas del país. De manera parecida, Omnesha Roychoudhuri interpreta el “cinismo contemporáneo” (67) como indicador para la incapacidad de las instituciones políticas de satisfacer las necesidades del “99 por ciento” y Mark Greif exige cambiar el bula como símbolo de Wall Street por un púlpito “donde los_as ponentes puedan hablar 15 minutos sobre sus nuevas ideas” (79).
La segunda parte del libro contiene numerosas referencias a la idea central de la primera parte sobre el poder del espació público, expresada muy claramente en el texto de la socióloga y jurista Marina Sitrin. La autora se refiere, entre otros, al eslogan zapatista de “¡Un No! ¡Muchos Sí!” (62) y a la organización horizontal (63) de los llamados “cacerolazos” en Argentina, para demostrar cómo el OWS ha sido influenciado por esos movimientos sociales. La consolidación de nuevas relaciones transnacionales mediante el intercambio – no solo virtual de ideas, formas organizacionales y estrategias – abre, según la autora, espacios para la participación horizontal en el sentido de una “¡Democracia real ya!” (64).
En lugar de una conclusión, los editores de “Occupy!” formulan una diversidad de propuestas que reflejan muy bien la heterogeneidad del movimiento, donde el ¡Ocupemos todo! se precisa refiriendo a “los procesos, la imaginación, el cielo azul, comidas, calles, bancos, fábricas, centros comerciales” (89). El carácter intervencionista de sus propuestas está explicado, muy conciso, en el comentario anterior del filósofo Slavoj Žižek, quien rechaza la idea de formular una lista de demandas concretas, enfatizando que las protestas han abierto “un vacío en el campo de la ideología hegemónica” (70). Para Žižek, el OWS – junto a las protestas en las plazas de Tahrir (El Cairo) y Sol (Madrid), entre otras – es uno de los síntomas del descontento global con el sistema capitalista. Según el filósofo, hay que entender estos movimientos como respuestas a las cuales los intelectuales tendrán que “formular las preguntas correspondientes” (77).
Tomando en serio esta propuesta, el libro “Occupy!” ofrece con su primera parte, y sobre todo con la intervención de los_as editores_as en las últimas páginas, mucho material para los_as lectores_as dispuestos_as a dejarse sorprender por el carácter novedoso de OWS, como movimiento que combina de manera innovadora y creativa esferas y espacios públicos tanto nacionales y transnacionales, así como virtuales. La diversidad de perspectivas, grados de involucramiento en el movimiento y estilos literarios de los_as autores_as, en la segunda parte del libro, permite formular preguntas tanto sobre las motivaciones individuales y la estructura organizacional de OWS, así como sobre el sistema político y económico de los EE.UU. en general. Esta heterogeneidad de opiniones ofrece tanto ventajas como desventajas: los_as lectores_as que buscan una introducción general a OWS pueden verse decepcionados por la falta de un “hilo conductor” o una argumentación homogénea; leído como mensaje para un público simpatizante con el movimiento, ofrece un amplio espectro de opiniones. El libro puede servir de introducción, tanto teórico-analítica como práctica, a los comienzos de uno de los movimientos urbanos del año 2011 que trascendieron la esfera del Estado nacional.