Tlahtoani/Temachtiani: sobre la historia de rupturas y continuidades entre poder político y cultura en América Latina
Luis Emilio Martínez Rodríguez y Felipe Lagos Rojas
Freie Universität Berlin y Seattle Central College
Ya no fueron
más Tlahtoani (el gobernante mexica) y Temachtiani (maestro).
Corría 1533, y esos mexicanismos fueron articulados en el Real Colegio de Santa
Cruz de Tlatelolco en México, quizá por primera vez, para nombrar otra
realidad: la del virrey y el sacerdote. Luego, esta configuración colonial
selló, con significativas variaciones locales, un modo particular en el que se
han ejercido las relaciones entre poder político y cultura en América Latina. Cuestionarla
no es, entonces, una curiosidad de anticuario. Tampoco se trata de un atavismo
cultural propio de la periferia. Ni mucho menos de un inocuo divertimento
intelectual. El presente número de Crolar revisita esta relación en la época
del neoliberalismo global y sus derivas autoritarias y progresistas a nivel regional.
En América
Latina existe una tradición larga y significativa de reflexiones y análisis
acerca del poder y la política. Sin embargo, en los últimos años y debido a
sesgos disciplinares o ideológicos, estos estudios han privilegiado aproximaciones
que circunscriben la realidad de lo político a los procesos e instituciones democráticas
de alcance estatal, en un gesto que termina separando la política de sus contextos
sociales y económicos, y ocultando también sus vínculos con el campo de la cultura.
No obstante, intelectuales, notables, mandarines, expertos y tecnócratas han nutrido
y masculinizado históricamente estos vínculos, contribuyendo así a su naturalización.
Por el otro
lado, y aun cuando se trata de sujetas y sujetos sensibles al ejercicio del poder,
las y los productores culturales cuentan con pocos espacios para reflexionar respecto
a las formas en que estos vínculos condicionan sus prácticas, discursos y productos.
Tributarios de cierta aura de autonomía creativa, los productores culturales
han oscilado históricamente entre asumir una distancia crítica frente al soberano
de turno o bien reivindicar dicha distancia como una condición de neutralidad valorativa
frente a la política. Ahora bien, en momentos en que el neoliberalismo exhibe todo
el alcance de su patrones extractivistas, de democracia de baja intensidad, de políticas
de ciudadanía multicultural que terminan por reforzar un orden racista y patriarcal,
y de creciente criminalización de la pobreza, la marginalidad y la otredad,
resulta necesario poner atención en las formas en que los circuitos culturales
neoliberales contemporáneos son forjados, lo cual afecta no solo la
independencia intelectual (real o supuesta) sino especialmente las posibles respuestas
al orden neoliberal que ofrece el campo de la producción cultural.
Debido a la
fuerza que guarda esta relación en nuestro contexto regional, los editores invitados
quisimos retomar las preguntas: ¿Cuál es el estado de la relación entre poder político
y producción cultural en América Latina? ¿Cuáles son las particularidades de la
diversidad de prácticas y discursos que le caracterizan? Este número ofrece valiosas
claves que ayudan a responder estas interrogantes. Por un lado, los artículos reflexionan
sobre las condiciones políticas de producción cultural en base a cuestiones relevantes
como lo son el papel del Estado, de la economía y de los partidos y movimientos
políticos, las configuraciones transnacionales del saber y los circuitos de
dependencia cultural y epistémica, y las subalternizaciones raciales y
sexo-genéricas presentes de forma continua a lo largo de las historias
coloniales y poscoloniales en Latinoamérica. Por otro lado, los autores
exploran las formas en que, histórica y contemporáneamente, el mundo
intelectual ha tomado parte de dinámicas y quehaceres asociados a la política,
y ofrecen perspectivas importantes acerca de las posibilidades, tensiones y desencuentros
que el compromiso de sectores y sujetos marginalizados con procesos de
politización trae para la producción cultural. Notablemente, destaca la
reemergencia de movilizaciones de los pueblos indígenas y, más recientemente pero
con igual o mayor capacidad de politización, de los movimientos feministas y de
la diversidad sexual, lo cual permite a su vez abrir otra vez la pregunta
acerca de las intersecciones y determinaciones mutuas de clase, raza y
sexo-género bajo el capitalismo en su época neoliberal, así como de sus
expresiones culturales, intelectuales, artísticas y artivísticas.
Los artículos
y contribuciones de este número dan buena cuenta de la multiplicidad de
dimensiones de la reconfiguración en clave neoliberal de las relaciones entre política
y cultura. Se trata de contribuciones provenientes desde Alemania, Argentina, Chile,
Estados Unidos, México y el Reino Unido.
La sección
“Focus” se abre con la reseña de Edgar Góngora al libro Dependencia académica
y profesionalización en el Sur, compilado por Fernanda Beigel y Hanan Sabea.
Los capítulos de este libro ofrecen varias claves para entender cómo la división
internacional del trabajo científico establece condiciones de subalternización y
dependencia epistemológica para las ciencias (y sobre todo para las ciencias sociales)
del Sur global. Posteriormente, la reseña que Héctor Ríos-Jara ofrece de otro
libro colectivo, Chile actual: gobernar y resistir en una sociedad
neoliberal, invita a repensar las herramientas conceptuales y políticas utilizadas
por las ciencias sociales para analizar las movilizaciones sociales antineoliberales,
tomando a Chile y su “neoliberalismo maduro” como espacio de observaciones.
Finaliza la
sección el comentario de Eliana Largo al trabajo de la pensadora feminista Alejandra
Castillo, El desorden de la democracia. Partidos políticos de mujeres en Chile,
que abre la pregunta por las condiciones de reconocimiento para la larga
historia de luchas y organizaciones de mujeres. Históricamente estas
organizaciones han sido omitidas y silenciadas por la sociedad nacional
oficial, reforzando la identidad de lo político con un supuesto universal masculino.
Estas reflexiones sobre la capacidad femenina para desordenar y desbordar el
marco político establecido son ciertamente válidas para otros países latinoamericanos,
algo que ha quedado demostrado recientemente y con particular intensidad y
dramatismo en la reemergencia regional de movilizaciones feministas y de
demandas por derechos sexuales y reproductivos. En este sentido, el artículo de
Largo establece importantes puntos de dialogo con las secciones subsiguientes.
En la sección
de “Ensayos-Reseña”, Tomás Peters nos introduce en los caminos eclécticos y
ensayísticos de los teóricos culturales John Kraniauskas y Nelly Richard, cuyas
obras convergen en la búsqueda por entender (desde una miríada de obras
literarias y fílmicas que no descuida las condiciones materiales en las cuales estas
son producidas y reproducidas) los intersticios del poder colonial, capitalista
y patriarcal en América Latina, muchas veces desapercibidos o borrados por
aparatos específicos asociados a ese poder. Peters propone concebir estos
ejercicios de pensamiento crítico como “poéticas del despojo” que a su vez
llaman a repensar las “políticas del descontento” que emergen con el
neoliberalismo. Por su parte, Sebastián López Vergara pone de relieve la
creciente actividad pública y política de la intelectualidad indígena a partir
de los trabajos recientes de Waskar Ari y Claudia Zapata, proponiendo repensar
la particularidad de estas prácticas políticas y culturales, sujetas a
experiencias históricas de opresión colectiva y de exclusión tanto de los
circuitos culturales legitimados como de las sociedades nacionales y sus aparatos
de soberanía. Destacando el modo en que los estereotipos asociados al
indigenismo (ruralidad y oralidad entre ellos) han contribuido a su
invisibilización en la academia. El ensayo concluye estableciendo la indisputable
contribución que el pensamiento indígena decolonial propone para superar la
rigidez de distinciones tales como oral/escrito o moderno/tradicional, y hacer
de este modo visibles los fundamentos coloniales tanto del anterior estado
desarrollista como del actual régimen neoliberal.
El
ensayo-reseña de Felipe Lagos Rojas revisita el pensamiento de dos de los principales
pensadores políticos de América Latina de la segunda mitad del siglo XX: José Aricó
y René Zavaleta Mercado. Mientras el segundo ofreció la noción de abigarramiento
para pensar sociedades que de otro modo aparecen como “incognoscibles” o “ilegibles”
para la mirada colonial, el primero caracterizó la relación entre marxismo y
Latinoamérica como de desencuentro. Ambos conceptos son propuestos en
este ensayo como parte de un ejercicio de readecuación de las categorías del
pensar político marxista, proponiendo abandonar la pretensión de una gramática
universal de las luchas sociales. Cierra la sección el ensayo-reseña de Carlos
Acevedo sobre textos de Jaime Osorio, Ricardo Yocelevzky e Immanuel
Wallerstein, los cuales concurren en afirmar la necesidad de una renovación nuestros
instrumentos conceptuales y epistemológicos, con el fin de abrir paso a
herramientas que den cuenta de la conflictividad y la movilización social en la
región y que, de este modo, disputen las representaciones neoliberales
hegemónicas en América Latina.
En la sección
“Clásico Revisitado” tenemos el honor de presentar una semblanza de la obra de José
María Aricó elaborada por Martín Cortés, uno de sus principales estudiosos. Con
un conocimiento acabado acerca de las vetas más productivas que ofrece la obra del
pensador comunista cordobés, Cortés enfatiza en sus oficios de polemista, de traductor
y de fundador y organizador de importantes proyectos intelectuales como revistas
y colecciones editoriales. Desde su esmero por encontrar una expresión latinoamericana
para la tradición marxista, Aricó aportó algunas de las reflexiones más potentes
sobre la práctica y el compromiso político del intelectual de una izquierda no
eurocéntrica, sino profundamente nuestramericana (José Martí dixit).
Las otras
secciones habituales de la revista ofrecen importantes aristas para entender
las articulaciones históricas y contemporáneas entre capitalismo, feminismo,
diversidad, colonialidad y producción cultural. Tanto las entrevistas como las
intervenciones nos proponen repensar las lógicas de emergencia, negociación y
contestación de lo que hoy denominamos como “interseccionalidad”. Las
conversaciones con Verónica Gago, Verónica Schild y el escrito de Alejandra
Castillo profundizan en las potencialidades y dificultades que las demandas
feministas y de las diversidades sexuales presentan para la rearticulación de un
proyecto emancipatorio latinoamericano, con preguntas que se reactualizan al
tiempo que el poder conservador patriarcal ha cerrado filas para defender sus
privilegios, pero que también ofrecen agudos balances críticos acerca del ciclo
denominado como de gobiernos progresistas o “marea rosa”. La entrevista a
Javier Auyero nos propone repensar la vocación pública de la sociología a
través de su estudio de la marginalidad y la pobreza en América Latina y los
Estados Unidos. María José Yaksic retoma el pensamiento precursor de Stuart
Hall desde una lectura lúcida y actual del documental que le dedicara John
Akomfrah en 2013. Finalmente, Manuel Macía nos ofrece la traducción (inédita
hasta ahora) al español y al inglés de un breve texto “Réquiem” del antropólogo
brasileño Darcy Ribeiro, el cual presenta inquietantes afinidades con la actual
escalada regional de autoritarismo de sello neoliberal, particularmente en
Brasil.
Para concluir esta breve presentación, agradecemos tanto al
equipo editorial de revista CROLAR por la invitación a coordinar este número,
como a todas y todos los autores que respondieron y se hicieron parte de este
llamado. Reiteramos también nuestra principal conclusión, que es al mismo
tiempo un llamado a repensar las relaciones entre poder y producción intelectual
y cultural a través de las diversas facetas y rearticulaciones del régimen político
neoliberal.