Kevin Lewis
O’Neill & Kedron Thomas
(eds.):
Securing
the City – Neoliberalism, Space, and Insecurity in Postwar Guatemala
Durham y Londres: Duke University Press, 2011, 220 p.
Markus Hochmüller
| markus.hochmueller@gmail.com
♦ Violencia, crimen e
inseguridad constituyen la Guatemala de hoy. No se trata de fenómenos nuevos,
pero sí se observan cambios alarmantes. Las manifestaciones y consecuencias de
la inseguridad, las reconfiguraciones espaciales y las razones estructurales vinculadas
con el neoliberalismo, son los intereses claves de investigación de los autores
del libro que aquí se presenta.
El volumen es editado por Kevin Lewis O’Neill, profesor de antropología en
la Universidad de Toronto, y Kedron Thomas, quien se doctora en antropología en
la Universidad de Harvard. La
publicación consta de un prólogo, una introducción y dos partes con cuatro
ensayos, respectivamente. Es estructurada de modo comprensible: la idea es
poner a disposición un estudio histórico y etnográfico de la capital
guatemalteca y analizar las interrelaciones entre el ámbito urbano y rural
(Thomas/O’Neill/Offit: 18). Primero son introducidos con claridad los conceptos
claves y las preguntas centrales. Desde la antropología del espacio y la “critical
human geography” (Ibíd.: 3) los autores quieren analizar las nuevas – y
privatizadas– formas de seguridad; cómo el espacio urbano ha cambiado, producto
de las reformas neoliberales y sus consecuencias; y el rol que cumple el
espacio urbano en la historia nacional. Parten de la tesis de que la vida es
más peligrosa en la Guatemala de hoy que durante la guerra. Ésta es una de las
razones centrales de por qué los autores se concentran en la capital
guatemalteca. Otra razón es que Ciudad de Guatemala ha sido ignorada por mucho
tiempo, dado que la mayoría de los estudios sobre el país ha tenido un enfoque
en el ámbito maya-rural.
Los autores de la introducción (Thomas/O’Neill/Offit: 1-21) manifiestan que
el neoliberalismo será entendido en el libro como un conjunto de instituciones
y lógicas. Esto no sólo permite estudiar las desigualdades en la sociedad, sino
también cómo el neoliberalismo cambió los espacios y cómo se manifiesta en la
vida diaria (Ibíd.: 1). Es más: “neoliberal reforms […] and postwar violence
[…] are interrelated […].” (Camus: 49). Todos los autores muestran a fondo esta
reconfiguración del espacio. Véliz y O’Neill observan que las desigualdades y
procesos de segregación ya existentes son reproducidos y reforzados (86).
Partiendo de un concepto amplio tanto de neoliberalismo como de violencia –
entendida como violencia estructural (Benson/Thomas/Fischer: 127-145) – los
autores declaran como objetivo del estudio, el análisis de las
materializaciones de las prácticas neoliberales respecto a la seguridad en el
espacio urbano, mostrndo una investigación sobre esta temática en términos de
sus manifestaciones tanto discursivas como materiales (Thomas/O’Neill/Offit:
10).
El aspecto más destacado de la obra es el intento por facilitar un estudio
de la capital, en conjunto con el ámbito nacional. La capital y el campo son
entendidos como “inextricably linked and
mutually constitutive” (Ibid.: 17). Por ende, hay que enfocar esta pregunta clave y dar
un resumen crítico, partiendo de esta perspectiva.
La interdependencia es mostrada a través de una serie de factores, entre
ellos la migración campo-ciudad (Offit: 77), que hoy en día es considerada una
consecuencia de re-estructuraciones neoliberales (Levenson: 28, 34). Los
autores observan una manifestación de la imaginación de una modernidad “desde
abajo” (Ibid: 45) que cambió la organización espacial.
Cambian también las relaciones de clase (Camus: 49). Por consiguiente, se
fragmenta la sociedad ya desintegrada y se amplían las líneas de conflictos.
Los autores muestran las consecuencias del “desclasamiento”
resultante de las políticas estructurales y de desarrollo fracasadas (Ibíd.).
La solidaridad en la sociedad se pierde y, en combinación con un Estado cada
vez más débil, lleva a nuevas formas de violencia e inseguridad que estructuran
la vida (no sólo) en la capital.
Partiendo de un entendimiento crítico de la inseguridad, el libro muestra
con claridad las simplificaciones y el abuso de formas, sin duda alarmantes, de
violencia –como las maras y el crimen organizado– en el interés de las élites
nacionales. La violencia que se deduce de estas erupciones, en una sociedad que
ya está marcada por la violencia, se entiende como una violencia democratizada
y neoliberalizada (Dichins de Girón: 104). En otras palabras: ya que el Estado
no cumple con su rol de protector de los derechos básicos, ni tampoco controla
el monopolio de la violencia, entonces la seguridad se convierte en un asunto
privado (Benson/Thomas/Fischer: 133). En este sentido, la seguridad resulta ser
un privilegio de ciertas clases económicamente poderosas.
Haciendo uso de una narrativa simplificadora, que acusa a los jóvenes
pobres e indígenas del mal de la sociedad (Camus: 54), se reproducen “historical
divisions along class, race, and geographical lines” (Ibíd.: 58) que influyen
de manera decisiva en la percepción de la violencia. Partiendo de estos
procesos de framing, los autores
facilitan un entendimiento de cómo los espacios son construidos: lo urbano como
moderno/ladino, lo rural como tradicional/indígena. Los espacios y su relación
con la violencia han cambiado – lo urbano es hoy día imaginado como violento,
lo rural más bien como relativa seguridad (Thomas: 158). Thomas muestra que
aunque estas dicotomías estén cambiando, siguen estructurando la relación entre
la capital y las periferias. Como O’Neill observa, la definición urbana de la
vida indígena-rural puede llevar a una jerarquía conflictiva entre la ciudad y
el campo.
Dicho en otros términos, la capital es un espacio de imaginación, tanto
geográfica como discursivamente, un lugar de diversos procesos de negociación
por el poder (Ibíd.: 147). Los que no tienen acceso a este espacio –sea la
población pobre urbana o grandes partes de la población rural– son marginalizados
y enmarcados como no-partes de la
comunidad, y de hecho son hasta responsabilizados por la violencia y los
problemas del país (Ibíd.: 148).
Los autores invitan así a reflexionar sobre la interdependencia que se
materializa como una dialéctica perpleja. Como ejemplo sobresaliente de ésta
nos sirve el análisis de los guardias indígenas de seguridad privada: “[H]is gun
symbolizes masculinity and power, and reinforces the image of indigenous men as
violent, yet at the same time it contradicts his supposedly subordinate
character” (Dichins de Girón: 120).
Si se pueden hacer críticas a esta obra, éstas se refieren a lo siguiente:
primero, ya que los ensayos son resultados de paneles que tuvieron lugar hasta
el año 2006, la mayoría de los datos más actuales son sólo hasta ese mismo año.
Como el libro se publicó en el 2011, hubiese sido importante encontrar
referencias con mayor actualidad. Segundo, los estudios etnográficos parecen en
algunas partes muy detallados. Se observan repeticiones y al mismo tiempo una problemática
proximidad de los autores a su objeto de estudio. Tercero, la obra no incluye
una conclusión. Así pues, se echa en falta una consideración final de los
conceptos desarrollados en el libro.
Sin duda, el libro puede ser un aporte importante a la investigación
urbana, porque amplía el debate con una mirada a “mid-sized cities” (Thomas/O’Neill/Offit:
16) que muchas veces son ignoradas en el discurso de los estudios urbanos. Pero
el mayor aporte es haber mostrado la interdependencia entre el ámbito rural y
urbano: aunque hay que dudar que la vida sea, hoy en día, en todo el país más
peligrosa que durante la guerra, la vida urbana sin duda volvió a ser más
peligrosa. Se observa un desplazamiento de la violencia hacia la ciudad que no
se entiende sin la interrelación con lo rural. Por eso se puede considerar la
aclaración de la mutua constitución de los dos espacios, como la parte más
significativa. En total, hay que destacar que cada ensayo facilita una nueva
perspectiva que enriquece el análisis de la capital, en relación con su rol en
el ámbito nacional. Dicho esto, en suma, el libro es un aporte valioso en el debate sobre la inseguridad y sus
correlaciones con el neoliberalismo en Guatemala – y también más allá.♦