Pensamiento crítico y movilización
social en América Latina
Immanuel Wallerstein (2014). Antisystemic
Movements, Yesterday and Today. American Sociological Association, 20, no.
2, pp. 158-172.
Ricardo Yocelevzky (2014). Contribuciones
para una historia de las ciencias sociales en América Latina. México:
Universidad Autónoma Metropolitana, 178 páginas.
Jaime Osorio
(2014). El Estado en el centro de la mundialización. La sociedad civil y el
asunto del poder, segunda edición. México: Fondo de Cultura Económica, 289
páginas.
Carlos
Acevedo Rodríguez
Centro
de Cooperación Regional para la Educación de Adultos
en América Latina y el Caribe
La ideología
neoliberal promueve la separación entre Estado y mercado, y establece el
funcionamiento del mercado como modelo de funcionamiento de las restantes
esferas sociales. Estos postulados han tenido efectos importantes en las
reflexiones de las ciencias sociales en América Latina en las últimas décadas. Los
textos que se revisan (dos libros y un artículo) proponen una reflexión crítica
sobre estos postulados y plantean repensar los fenómenos latinoamericanos.
Contribuciones
para una historia de las ciencias sociales en América Latina de Ricardo Yocelevzky, es una
recopilación de artículos que se publicaron como libro en 2014. Yocelevzky
realiza una revisión de las ciencias sociales y ciencias políticas en América
Latina, estableciendo la relación de éstas con los paradigmas dominantes acerca
del “desarrollo”. Para mostrar el rol crítico de las ciencias sociales en el
período denominado “desarrollista” y la pertinencia actual de las ideas que enarbolaron,
se profundiza en los autores latinoamericanos que dieron forma al estructuralismo
de la CEPAL y a la teoría de la dependencia. El autor presenta el pensamiento
de Raúl Prebisch, así como los de Marcos Kaplan, Rodolfo Stavenhagen y Enzo
Faletto. Finaliza con la recuperación actual que realiza Immanuel Wallerstein de
la “escuela de la dependencia”.
El
Estado en el centro de la mundialización. La sociedad civil y el asunto del
poder, de Jaime
Osorio, reúne artículos que reflexionan sobre Latinoamérica en términos del
Estado y la política, así como de la relevancia de retomar el concepto de clase
social para el análisis de las actuales desigualdades. Se publicó por primera vez
en 2004, y hoy tenemos una versión actualizada y revisada, publicada el año 2014.
Finalmente,
el artículo “Antisystemic Movements, Yesterday and Today” de Immanuel
Wallerstein, presenta una reflexión publicada en 2014 que recupera elementos de
la teoría de la dependencia y profundiza en el argumento de que el sistema
capitalista mundial se encuentra en una crisis estructural, analizando posibles
alternativas.
Mitos
neoliberales y ciencias sociales en América Latina
El retiro del
“Estado” del “mercado” implica que la política, conceptualizada como aquella
esfera en donde se toman decisiones vinculantes (Osorio 2014, pp. 86-87) se
retira de la economía. Para Yocelevzky, la instauración de esta idea responde a
la colonización del pensamiento economicista y técnico sobre las diversas
esferas sociales, bajo el supuesto de que las esferas funcionan de igual modo
al mercado, por lo que las ciencias sociales recurren al paradigma “dominante”
de la economía para sus análisis (Yocelevzky 2014, p. 160). La crítica es hacia
el pensamiento economicista, que identifica al mercado como modelo general de
conducta social y que pone énfasis en los procedimientos técnicos. Desde la
perspectiva economicista, especie de paradigma dominante en las ciencias sociales
latinoamericanas, se construye el mito de un mercado que, para lograr el
bienestar general, funciona o debe funcionar sin interferencias.
Extrapolando
esto al todo social, por ejemplo, el análisis de los procesos de
democratización se ha reducido “a cuestiones de procedimiento” (Yocelevzky, p.
160), y la problemática de integración social se redujo a la medición técnica
de la “pobreza”. En el mismo sentido, para Osorio (p. 101) el mito de la
separación entre economía y política y los discursos dogmáticos que se
desprenden de esto derivan de una monopolización del pensamiento economicista
en América Latina, pensamiento asentado en el individualismo metodológico. Se
supone que este individualismo prima no sólo en la esfera económica, sino en la
política, en lo social, y en las mismas ciencias sociales (accionalismo, rational
choice, etc.).
Esta
perspectiva “tiene como punto de partida a individuos, por lo que son éstos el
peldaño desde donde se debe comenzar a armar la constitución de ‘lo social’”.
No obstante, la sociedad es más que la suma de individuos, da cuenta de la
relación entre agrupamientos humanos, es “una red densa de relaciones en que la
suerte social de unos tiene directa relación con la suerte social de otros.”
(Osorio, pp. 101, 102). Con base en esta perspectiva estructural, ambos autores
invitan a cuestionar la utilidad de conceptos como pobreza, la visión de
democracia como mercado electoral y el retiro del Estado de la economía.
Con respecto
a la dimensión económica, Yocelevzky advierte que el modelo neoliberal
implementado en América Latina ha “redefinido las formas de intervención del
Estado en la economía” (p. 69). Todo monopolio tiene un respaldo estatal, y la
supuesta retirada del Estado del mercado no ha sido más que una nueva forma de
intervención para la creación de monopolios, principalmente al servicio del
capital financiero (p. 68). En lo que refiere a la dimensión política, Yocelevzky
recupera la reflexión sobre democratización de la economía que plantea Enzo
Faletto. La crítica de Faletto se centra en “la confusión aparente entre liberalismo,
democracia y capitalismo”. La pregunta es si realmente la democracia se asocia
al capitalismo pues, siguiendo a Faletto, una democracia sustantiva requiere la
superación no sólo de la “la enajenación en el consumo sino la enajenación en
el trabajo.” (pp. 148-9).
Por su parte,
Osorio desarrolla la idea del Estado como institución de clase que concentra el
poder. Mediante el control del Estado una clase domina y explota a otra(s). Se
enfatiza que el predominio de una clase se asienta tanto en un aspecto
“político” (dominio) y “económico” (explotación). Este análisis apunta a la articulación
de posiciones predominantes que la clase dirigente ocupa en diversas esferas
sociales. Así, como alternativa al concepto de pobreza, Osorio muestra que el
concepto de clase social dirige la mirada a la “articulación de los procesos económicos
y los procesos políticos” (p. 85). Al visibilizar la unión entre poder económico
y poder político, visibiliza los mecanismos de este enlace; mecanismos que
generan, reproducen y profundizan las desigualdades entre conglomerados sociales.
Desde esta
perspectiva, las clases sociales no sólo se definen por la propiedad de los
medios de producción, por el control de los procesos productivos y por la
acumulación de riquezas; sino que también se establecen por la posición en la
toma de decisiones vinculantes, es decir, por su posición en lo “político”.
Osorio pone en evidencia la “ilusión” de igualdad asentada en la noción de
“ciudadanía”. La participación política no es una actividad entre “iguales”
como hace creer esta noción. Es falso aquello de cada cabeza un voto, esta
ilusión “se constituye teniendo como base a individuos y no las relaciones entre
agrupamientos humanos”. Es un concepto-ideal que se fundamenta en la “individualización
estructural del Estado moderno capitalista” (pp. 53-4).
A partir de
estos elementos, ambos enfatizan que el poder político se asienta en la
diferenciación y desigualdad económica y viceversa. Cada desigualdad responde o
tiene su espejo en la otra. No debe quedar la impresión, sin embargo, de un
sistema social que es controlado por una clase social privilegiada de forma
planificada e intencionada. Más bien hay que recordar, junto a Kaplan, la
complejidad de la política, sistema en que los cambios son imprevisibles pues son
productos de choques de fuerzas “en que vencedores cumplen partes del programa
de los vencidos y éstos, a su vez, se reconocen al menos parcialmente en el sistema
reconstituido” (Yocelevzky, p. 130). Osorio es también enfático en señalar que una
clase social no predomina de forma total sobre otras; lo que hay es, más bien, una
dinámica de conflictos y de alianzas entre clases y sectores. En síntesis,
ambos autores recuerdan la importancia de analizar los enlaces estructurales
entre economía y política. Al no hacerlo, se ocultan los procesos estructurales
y con ello la unión indisoluble entre lo político y lo económico, así como los
mecanismos de conversión de poder económico en político y viceversa.
Dependencia
y crisis
Un aspecto
destacado del pensamiento latinoamericano del período “desarrollista” (desde la
CEPAL liderada por Raúl Prebisch y después con los autores de la dependencia)
es la construcción de América Latina como actor colectivo, así como la
reflexión sobre el desarrollo en un marco de procesos estructurales e
históricos. Como señala Faletto, esta reflexión fue posible gracias a que hubo un
desplazamiento hacia el pensamiento político desde la anterior monopolización que
el pensamiento económico ejercía sobre los problemas del desarrollo (Yocelevzky,
p. 141), y habría que agregar también hacia el pensamiento histórico y sociológico.
Precisamente, con el regreso de la monopolización del pensamiento economicista
que representa la “época neoliberal”, la economía recupera el monopolio al que
se refería Faletto, con lo que se pierde la noción de América Latina como un
actor colectivo: actualmente “no hay lugar para la construcción de un actor colectivo
en la arena internacional, o no por lo menos como algo relevante desde el punto
de vista de la economía” (p. 100).
Criticando
esta situación desde los marcos de la tradición “dependentista”, Yocelevzky, Osorio
y Wallerstein contemplan la economía mundial como articulación entre centro y
periferia, y rechazan la idea de que todas las sociedades sigan el mismo camino
evolutivo, con unas más atrás que otras (ya sea de etapas de crecimiento, evolutivas
o de modos de producción). Al contrario, plantean que la situación es de un
sistema mundial con una historia “que es recorrida por todos los países al
mismo tiempo desempeñando papeles distintos dentro de una misma estructura que
es contemporánea para todos” (Yocelevzky, pp. 157-8). Centro y periferia
recorren juntos la misma historia.
Desde este
marco, se presenta una intensa crítica a la posibilidad de los países latinoamericanos
de superar la condición periférica en un contexto capitalista. Ya Stavenhagen
argumentaba al respecto que la movilización social popular debe ir dirigida a
superar la condición colonial o de periferia. Asimismo, Faletto criticaba el desarrollismo
cepalino diciendo que, para avanzar a una sociedad más democrática, igualitaria
y justa, no basta con la redistribución de las ganancias o de la riqueza
social, sino que es necesario superar la misma “enajenación o alienación”. En
el logro de este objetivo resaltaba la importancia de los movimientos sociales (Yocelevzky,
2014, págs. 148-149).
Wallerstein
es justamente uno de los continuadores de la teoría de la dependencia. En
“Antisystemic Movements, Yesterday and Today”, profundiza en la importancia de
los “movimientos antisistema”, que luchan “contra las estructuras de poder
establecidas, en un esfuerzo por hacer emerger un sistema histórico más
democrático y más igualitario que el existente” (p. 160).[1]
Muestra cómo el neoliberalismo es una reacción “conservadora” a la toma del poder
estatal por parte de movimientos de izquierda y a la profundización de la
crítica social. Repasando la historia mundial, Wallerstein nos recuerda que en
el período de 1945-1970 movimientos sociales y nacionales lograron el poder
estatal. Pero en 1968 se manifestó una crítica dirigida a los imperialismos
estadounidense y soviético, junto a la denuncia al Estado como espacio
oligárquico, no democrático. Las desigualdades sociales seguían siendo significativas
y estaban creciendo, nacional e internacionalmente. Como contrapartida a esta
crítica de izquierda, es que se observó el resurgimiento de derecha que se
denomina “neoliberal”. (p. 164)
Luego de unos
años de predominio neoliberal (en el mundo y en América Latina), surgieron
nuevos movimientos que lo cuestionaron. El punto de inflexión fue el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México en 1995, movimiento antiimperialista
que exige democracia y equidad en todo el mundo, llama a la no exclusión, al
convivir y a la tolerancia entre distintos movimientos de izquierda. Esta crítica
encontró otras expresiones como las protestas del año 1999 contra la OMC, así
como el Foro Social Mundial que se llevara a cabo desde 2001 en Porto Alegre, Brasil.
Un foro abierto a todos aquellos en contra del “imperialismo y neoliberalismo”.
Luego de unos años de predominio neoliberal (en el mundo y en América Latina),
surgieron nuevos movimientos que lo cuestionaron. El punto de inflexión fue el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México en 1995, movimiento antiimperialista
que exige democracia y equidad en todo el mundo, llama a la no exclusión, al
convivir y a la tolerancia entre distintos movimientos de izquierda. Esta crítica
encontró otras expresiones como las protestas del año 1999 contra la OMC, así
como el Foro Social Mundial que se llevara a cabo desde 2001 en Porto Alegre, Brasil.
Un foro abierto a todos aquellos en contra del “imperialismo y neoliberalismo”.
El predominio
de un “paradigma neoliberal” propuesto por Yocelevzky y Osorio contrasta con la
referencia a una “crisis estructural del capitalismo” de Wallerstein, crisis
que se ha alcanzado por “el incremento estable en el tiempo de los tres costos
de producción fundamentales: el personal, los insumos, y los impuestos” (p.
167).[2]
Y en este contexto hace un llamado a considerar la importancia y el poder de la
movilización social. Si bien subraya la necesidad de pensar estos fenómenos
desde las ciencias sociales a igual que Yocelevzky y Osorio, Wallerstein agrega
la urgencia de la “crisis sistémica”, situación en que “cada micro-acción en cada
microsegundo y en cada microproblema afecta el resultado” (p. 171).[3]
Conclusiones
La separación
entre economía y política que promueve el neoliberalismo no ha ocurrido. Lo que
sí ha ocurrido es un crecimiento en la concentración estatal del poder. Aunque
la literatura revisada da cuenta de marcos complejos para captar los fenómenos
latinoamericanos, es pertinente superar la noción de Estado como “sociedad
política” que está presente en ellos. Al contemplar la unión entre política y
economía, es útil avanzar hacia una noción más compleja de Estado, como aquella
que se forma a partir de sociedad política y sociedad civil. De este modo, es posible
focalizar la atención en los procesos por los cuales una ideología “hegemónica”
se hace presente en la sociedad política y en la sociedad civil, es decir, se
presenta en diversos ámbitos de la vida social, incluida la misma reflexión
científica:
Una ideología
al ser hegemónica está presente en la sociedad política y sociedad civil
(incluida la ciencia), por ende, otorga una coherencia ideológica a estas
esferas. Tal coherencia es precisamente la que conforma al Estado (Gramsci,
1999, pp. 170). Desde una perspectiva ampliada del Estado, es posible
contemplar con mayor rigor las posibilidades y limitaciones de la capacidad de
transformación contenida en los movimientos sociales. Se halle el sistema en
una crisis estructural o no, la fuerza de los movimientos sociales dependerá de
la articulación de individuos y grupos que se desenvuelven en la sociedad
política y en la sociedad civil y en la capacidad de convocatoria de un proyecto
ideológico.
Bibliografía
Antonio
Gramsci (1999). Cuadernos de la cárcel. Tomo III, segunda edición.
Ciudad de México: Ediciones Era.
[1] “…against the established power structures in an effort to bring into existence a more democratic, more egalitarian historical system than the existing one.” [Traducción de los editores]
[2] “… the steady increase over time of the three fundamental costs of production: personnel, inputs, and taxation.” [Traducción del editor]
[3] “…every nano-action at every nano-moment on every nano-issue affects the outcome.” [Traducción del editor]