José
Aricó y la pregunta por el marxismo latinoamericano
Martín
Cortés
Universidad de Buenos Aires
La relación
entre intelectuales y política constituye uno de los grandes enigmas de la
historia cultural latinoamericana. En el mundo específico de las izquierdas,
práctica intelectual y práctica política han recorrido a menudo caminos
estrechamente ligados, e incluso difíciles de discernir entre sí. Ese potente
entrelazamiento puede hallarse, por caso, en dos figuras fundantes en las
tradiciones de izquierda en América Latina, como el cubano José Martí, tan revolucionario
como poeta y filósofo, y el peruano José Carlos Mariátegui, artífice de las
grandes preguntas que todavía hoy aquejan al marxismo latinoamericano desde las
páginas de una revista, Amauta, que era al mismo tiempo un artefacto cultural
y un espacio de organización política. Podemos pensar esa marca como una
invariante que se prolonga a lo largo del siglo XX y que llega a nuestros días todavía
bajo la forma de una izquierda que es en realidad un heterogéneo conjunto de
contribuciones políticas y culturales a la vida popular latinoamericana.
En ese largo
y sinuoso camino pueden colocarse las intervenciones de José María Aricó,
figura intelectual relevante del marxismo argentino y latinoamericano, nacido
en la provincia de Córdoba en 1931 y fallecido en 1991 en Buenos Aires. Aricó
inició tempranamente su militancia en el Partido Comunista Argentino (en adelante
PCA) en los años cuarenta, en el marco del cual tuvo un rol importante en la
organización juvenil, despuntando además como responsable de cursos de formación
para trabajadores y demás tareas organizativas. Su juventud en el comunismo, a
diferencia de otras trayectorias características de figuras de la llamada
“nueva izquierda”, no estuvo vinculada con la universidad, la cual sólo
transitó como estudiante en cortos e infructuosos períodos. Su formación se
aproxima más inmediatamente al carácter autodidacta que provee la vida enteramente
dedicada a la política al interior del horizonte teórico marxista.
Precisamente
desde sus años de formación, Aricó es un marxista, lo que involucra la inconmovible
firmeza que esta palabra puede portar en los años cincuenta, a la vez que lo
encuentra en una particular torsión que busca ya en ese entonces recorrer
algunas zonas heterodoxas de la tradición. De ese modo empieza a leer a Antonio
Gramsci, entonces más conocido como héroe antifascista que por sus específicas
contribuciones teóricas, y a participar del proyecto de traducir los Quaderni
del carcere, bajo la guía de Héctor Agosti, quien intentaba inspirar en el
revolucionario sardo lecturas que hicieran más potentes las miradas del PCA en
torno de la historia nacional argentina y de su rol en ella.
En parte como
consecuencia de su encuentro con Gramsci, pero también como efecto de los aires
de renovación que traían el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión
Soviética y, más cerca temporal y geográficamente, la revolución cubana, Aricó
forma parte de un núcleo generacional que comienza a establecer una relación
más fluida con los distintos marxismos que se multiplicaban en la época más
allá de la hegemonía soviética, al tiempo que, en lo que hace a la estricta lectura
de la realidad argentina, busca aproximaciones menos inconciliables y más
productivas con el fenómeno peronista, abierto a un incierto proceso de
radicalización política desde el derrocamiento y exilio de Perón en 1955. Es en
ese marco que Aricó publica, junto con otros jóvenes del PCA (Juan Carlos
Portantiero y Oscar del Barco, entre otros), el primer número de la revista Pasado
y Presente, en 1963. La misma apuntaba justamente a servir de vehículo para
introducir en la organización debates teóricos y políticos que estos jóvenes
veían obturados, y lo hacía, como su propio nombre lo indicaba, protegida por
la figura de Gramsci, y por la potencia heterodoxa del marxismo italiano en general.
La iniciativa no fue bien recibida, y el grupo editor terminó siendo expulsado del
Partido.
Se trató de
un paradójico fracaso, pues si bien el propósito de renovar discusiones al
interior del PCA se vio interrumpido por la expulsión, también se inició con
ella una larga aventura intelectual que tendría una gran importancia en la
Argentina y una no menor proyección continental. Pasado y Presente funcionó
como revista en dos períodos, con nueve números entre 1963 y 1965, y tres
números en una segunda serie en 1973. Además, en 1968 comienzan a publicarse
los “Cuadernos de Pasado y Presente”, una colección de libros que recorrió en
sus noventa y ocho títulos, hasta 1983, los costados más heterodoxos de la tradición
marxista, contribuyendo además en muchas ocasiones con traducciones de textos
antes inéditos en idioma castellano. Aricó fue el principal animador de este emprendimiento
editorial, y también en el rol de editor es posible asociarlo a otro gran
capítulo de la publicación de libros de izquierda en América Latina: la
editorial “Siglo XXI”, en la que empieza a trabajar en Buenos Aires en los años
setenta y, más importante aún, en la cual funda y dirige, durante su exilio en
México entre 1976 y 1983, la “Biblioteca del Pensamiento Socialista”, que
engrosa en más de una centena la cantidad de títulos que Aricó provee al lector
latinoamericano (y entre los que se incluye una nueva edición de El capital,
destinada a superar aquella que Wenceslao Roces había traducido para Fondo de
Cultura Económica, y la publicación en castellano de los Grundrisse.
Pero Aricó no
era solamente un editor, un difusor o un traductor. Antes que eso, podríamos
pensar precisamente en la traducción como modelo conceptual para nombrar
una operación teórica que va más allá de la trasposición de textos de una lengua
a otra. En este sentido, en la senda de una tradición que podría remontarse al
propio Gramsci, y al ya mencionado Mariátegui, la traducción podría
designar una preocupación por producir una articulación orgánica entre una
vocación crítica universalista, propia del marxismo, con una singularidad
histórica recortada territorialmente, con lo que se alude a la realidad
latinoamericana. Es en virtud de esta alquimia que sería posible hablar de marxismo
latinoamericano como un concepto con productividad teórica y política, y no
simplemente del marxismo en América Latina como la constatación de una serie de
desventuras históricas. Es que el punto de partida de la indagación de Aricó es
fundamentalmente político, y se entreteje alrededor de la baja incidencia del
marxismo y de la tradición socialista en general en los grandes mojones de la
historia popular latinoamericana. Hay allí un desencuentro, que de algún
modo opera como punto de partida que pone en movimiento una y otra vez la pregunta
por el tipo de marxismo que es preciso construir para aproximar esas dos
historias, la del marxismo y la del movimiento popular, que en la región son, en
los más de los casos, caminos paralelos. Separación que se expresa también en
el divorcio entre intelectuales y pueblo, otro gran tema gramsciano siempre
presente en Aricó.
De este modo,
el trabajo de Aricó – entendiendo por ello las ediciones mencionadas pero
también los libros y textos escritos, sobre los que diremos algo más– podría
pensarse como el trazado de diversos ensayos de comprensión de ese desencuentro,
siempre bajo la hipótesis de que el problema no puede ser de la realidad
latinoamericana, reticente en su presunto exotismo a ser capturada por rígidos
esquemas, sino de un cierto tipo de marxismo que animó a la mayor parte de las
corrientes de izquierda en la región. El marxismo objeto de crítica de Aricó es
justamente aquel que no se sumerge en la especificidad de las contradicciones
en el suelo que analiza, sino que se dirige hacia ellas mediante procedimientos
deductivos que parten de la figuración de un esquema teórico ya cerrado, y
listo para ser aplicado. Este problema aparece tempranamente en sus
reflexiones, y de algún modo es lo que parece distinguir, en la pluma de Aricó,
el modo de lectura de Marx y del marxismo de Pasado y Presente respecto
de aquél practicado por el PCA, en tanto la apertura de la revista aúna gran cantidad
de novedades que se sucedían en los debates teóricos dentro y fuera del
marxismo aparecía enlazada con la vocación de comprensión desprejuiciada de una
realidad que era evidentemente esquiva a las tesis partidarias. Y ese mismo problema,
esa preocupación por repensar el marxismo, signa desde entonces su trayectoria
intelectual.
Ahora bien,
esa búsqueda no tiene un propósito filológico, ni siquiera historiográfico, aun
si hay tanto filología como historia en los procedimientos con los cuales
avanza. Aquello que llamamos traducción remite, como decíamos, a una operación
teórica que convoca textos y fragmentos ubicados en distintas zonas del marxismo,
con el propósito de responder a dilemas teórico-políticos que la realidad instiga.
Funciona, en este sentido, como una suerte de rodeo: confrontarse con
problemas actuales a través de la exhumación de diversos recursos que puedan
servir para afrontarlos, ya sean formas pasadas de tratar problemas similares,
o herramientas históricas y conceptuales que puedan considerarse propicias para
ello. Si el problema está en el marxismo –es decir: en los modos en los cuales
el marxismo se leyó en América Latina–, también la solución está allí: se trata
de descomponer un relato para colocar otro en su lugar, de buscar los elementos
que puedan hacer del marxismo latinoamericano un potente relato emancipatorio
atento a la singularidad regional, y no una fórmula de imitación que, además,
ha supuesto pésimos resultados.
De esta
manera, el mundo de ediciones y escrituras de Aricó conoce temas tan diversos
como las teorías del partido y la organización política, los problemas de las revoluciones
y los movimientos nacionales en los países periféricos, las formas de
organización obrera en el territorio fabril, el análisis de diversos aspectos
de la obra de Marx, los debates en torno de la revolución rusa y de la
revolución china, la revisita a diversas corrientes del pensamiento socialista
desde el consejismo hasta el austromarxismo, pasando por Rosa Luxemburg,
Bukharin, Kautsky y Bernstein. Como decíamos, en cada una de estas
intervenciones editoriales, se puede adivinar una inquietud que surge de la
necesidad de confrontarse con problemas teóricos y políticos de la realidad
sobre la cual se pretende intervenir. Aun si no podemos desarrollar aquí con
precisión cada una de estas intervenciones, nos interesa subrayar que allí hay
precisamente un modo de pensar la relación entre práctica intelectual y
práctica política, que además conoce otras numerosas figuras en América Latina:
la revista y la edición como espacios que permiten delinear una perspectiva de
intervención política que es a su vez un gesto de mediación teórica respecto de
los siempre apresurados tiempos de la política.
Este gesto es
acaso más claramente visible en el Aricó de los años del exilio mexicano. Allí,
además de continuar y profundizar la práctica editorial, nos encontramos con
los más relevantes textos escritos por Aricó: sus indagaciones en torno de Mariátegui,
de la relación de Marx con América Latina, del socialista argentino Juan
Bautista Justo, entre otros temas. Allí encontramos las grandes contribuciones conceptuales
de Aricó para pensar el par marxismo latinoamericano. Es entonces cuando
aquella inquietud por un marxismo disociado de la vida política popular encuentra
su explicación en las hipótesis más refinadas en términos teóricos. Así, encontramos
un Aricó preocupado por los puntos en los cuales el marxismo tomaba la forma de
una filosofía de la historia que, concebida como sistema ya concluido, parecía
saber de antemano los sujetos y los procesos que encarnarían la revolución. Una
vez más, el sentido de la preocupación estribaba en los efectos políticos de
tal construcción teórica: si ese es el tipo de marxismo que se expande mayoritariamente
en América Latina, es difícil que comprenda las formas específicas y singulares
en las cuales las contradicciones sociales aparecen en la región,
sobredeterminadas por la espesura de las múltiples historias entrelazadas en cada
uno de los países, y por ende es difícil que opere políticamente con ellas. De
allí ese desencuentro que mencionábamos más arriba, y de allí también
que la tarea intelectual, la de pensar otra forma de marxismo, es al mismo
tiempo una tarea política.
Como
decíamos, si el problema está en el marxismo, también allí está la solución.
Por eso lo que encontraremos en el período mexicano de Aricó será la
intensificación de una búsqueda por diversas zonas de la tradición marxista que
tengan insumos para pensar una reconstrucción de la misma que se aleje de esas
formas de determinismo que tanto habían impactado en su aislamiento como
corriente teórica y política en América Latina. Quizá el gran tema allí es la
mencionada crítica de la filosofía de la historia, para la cual la búsqueda de
Aricó no es solo al interior del marxismo, sino en las entrañas de los textos
de Marx. A los deslices de celebración del progreso y de escritura de un
sentido de la Historia que pueden encontrarse en variedad de textos de Marx,
Aricó opondrá las búsquedas del “último” Marx, que se confronta con realidades
del capitalismo periférico (especialmente Irlanda y Rusia) para protestar
contra las interpretaciones de su propia obra como una filosofía de la historia
eurocéntrica, y poner en su lugar la posibilidad de la revolución como centro de
su teoría. Ese Marx es seguido con atención por Aricó en sus años de exilio, y
magistralmente retratado en su Marx y América Latina de 1980, donde
aparece como antídoto contra las lecturas más esquemáticas del autor de “El
capital” que dominaron la región, y, por ende, como la clave para la
reconstrucción del proyecto teórico marxista en América Latina.
Por otro
lado, el gran tema que se abre en esta exploración de Aricó es el de la “teoría
política” del marxismo, además una cuestión central de la época, discutida tanto
en suelo mexicano como en los debates de la llamada “crisis del marxismo” en
Italia y Francia. Se trata de un tema que, de algún modo, requiere de la
ruptura antes señalada, pues solo liberándose de una filosofía de la historia
que condena a la política al papel de mero efecto de una racionalidad que
sucede en otro lugar (en la economía), es posible pensar los dilemas
específicos de ese plano. Y en el marxismo no son cuestiones menores, sino
asuntos de central relevancia como el problema del sujeto político, de la organización,
del Estado o de las formas de transición. Un modo muy interesante de abordar
este problema se puede leer en las Nueve lecciones de economía y política en
el marxismo, curso que Aricó impartiera en 1977 en El Colegio de México, y
que bucea en diversas figuras de la tradición deteniéndose allí donde la
relación entre economía y política es concebida en su complejidad, sin
reduccionismos y presidida por una preocupación transformadora. Naturalmente,
sobresale allí la figura de Gramsci, pero también, y de modo muy notable, la
agudeza política de Lenin, como teórico y como revolucionario.
A ese mismo
período corresponden otras exploraciones del mismo tono, como los textos sobre
Mariátegui o el libro sobre Juan B. Justo, siempre en la línea de indagación que
se pregunta por los modos de capturar la singularidad latinoamericana desde una
perspectiva socialista. Y esa búsqueda política tuvo también su lado exterior
al marxismo, en un ejercicio también clásico en el modo de trabajo de Aricó
pero especialmente arrojado en este período. Así, encontramos sus ediciones de
los Escritos políticos de Max Weber por la editorial Folios (en la
colección El Tiempo de la Política, que el propio Aricó dirigía) pero muy
especialmente la edición en castellano en 1984 del libro El concepto de lo
político de Carl Schmitt, en una operación de apropiación desde la
izquierda (por eso diríamos que son exploraciones fuera del marxismo, pero a su
servicio) que conocía algunos antecedentes en Italia pero que es
particularmente desafiante en el clima liberal-democrático que empezaba a
dominar el campo intelectual latinoamericano a inicios de los años ochenta.
Desde el
retorno de Aricó a la Argentina, en 1983, su preocupación continuará y se
profundizará en el espacio de la teoría política y con un punto de partida siempre
fijado en la tradición socialista, a la cual ampliaba cada vez más en sus posibles
referentes. En este marco, no estuvo fuera del clima de soberanía de la problemática
de la democracia política, con el tono fuertemente liberal que la dominó,
aunque en su caso no dejó nunca de hacerlo interrogando, una vez más, todo
aquello que la inagotable tradición fundada en Marx pudiera aportar. Aricó falleció
en 1991, en un mundo que había cambiado notablemente, y que de algún modo había
dejado de escuchar con pasión las palabras del universo de las izquierdas que
tanto se ocupó Aricó de producir, traducir y difundir. Pero como ninguna batalla
se pierde para siempre, toda lucha que persista en la tozudez de imaginar otros
mundos posibles tiene que hacerse heredera de los más diversos modos en los
cuales esas mismas luchas se libraron en el pasado. Allí está la importancia, y
la necesidad, de seguir leyendo y pensando a José Aricó.
Bibliografía
destacada de José Aricó
Libros[1]
Marx
y América Latina.
Lima: CEDEP, 1980. Segunda edición ampliada, Ciudad de México: Alianza
Editorial, 1982. Traducción al inglés, Marx and Latin America. Londres: Brill,
2014.
La
cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina. Puntosur Editores, Buenos Aires,
1988.
Entrevistas
1974-1991. Córdoba:
CEA, 1999.
La hipótesis
de Justo. Escritos sobre el socialismo en América Latina. Buenos Aires:
Editorial Sudamericana, 1999.
Nueve
lecciones de economía y política en el marxismo. Ciudad de México: El Colegio de
México, 2011.
Artículos[2]
“Pasado y
presente”. Pasado y Presente no. 1, 1963.
“Espontaneidad
y dirección consciente en el pensamiento de Gramsci”. Pasado y Presente (nueva
serie) no. 1, 1973.
“Mariátegui y
los orígenes del marxismo latinoamericano”. Socialismo y Participación,
no. 5, 1978. Una versión de este texto lo constituye la introducción del número
60 de los Cuadernos de Pasado y Presente, compilados por Aricó, y que lleva el mismo
título y es del mismo año].
“Mariátegui y
la formación del Partido Socialista del Perú”. Socialismo y Participación no.
11, 1980.
“La
producción de un marxismo americano”. Punto de Vista no 25,1985.
“Tradición y
modernidad en la cultura cordobesa”. Plural no. 13, 1989.
“1917 y
América Latina”. La Ciudad Futura no. 31, 1991.
[1] Por otra parte, para una reconstrucción más precisa de la trayectoria de Aricó y del grupo Pasado y Presente, recomiendo el libro de Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pasado y Presente (Buenos Aires, Siglo Veintiuno editores, 2004), y a mi trabajo Un nuevo marxismo para América Latina. José Aricó: traductor, editor, intelectual (Buenos Aires, Siglo Veintiuno editores, 2015).
[2] Estos artículos, así como fragmentos de los libros mencionados, junto a otros materiales, pueden consultarse en una reciente antología de textos de Aricó que he editado en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO): Cortés, Martín ed. José Aricó. Dilemas del Marxismo en América Latina. Buenos Aires: CLACSO, 2017. Disponible en línea: https://www. clacso.org.ar/antologias/detalle.php?id_libro=1312