Sloterdijk, Peter (2014): Fiscalidad voluntaria y responsabilidad ciudadana.
Traducción de Isidoro Reguera. Madrid: Siruela, 172 páginas.

Original: (2010) Die nehmende Hand und die gebende Seite
Berlín: Suhrkamp, 165 páginas.


Reseñado por Jorge Atria
Pontificia Universidad Católica de Chile


El estudio de la tributación, usualmente concentrado en análisis económicos sobre impuestos específicos, cálculos de optimización e incentivos para el cumplimiento, relega las preguntas sobre el sentido, valores e implicancias sociales a una posición marginal, reduciendo la existencia de los tributos a un asunto instrumental y determinación sólo aritmética.

Crecientemente, sin embargo, indagaciones desde la ciencia política, la psicología, la sociología y la filosofía política han desafiado este paradigma, recordando la necesidad de cuestionamientos más profundos en un contexto en que los regímenes tributarios muestran avanzados signos de erosión: evasión, elusión, políticas tributarias constreñidas para no ahuyentar al capital, escepticismo sobre el rol del estado en el financiamiento de bienes comunes, paraísos fiscales activos en pleno siglo XXI, impuestos patrimoniales inefectivos o inexistentes y dificultades para enfrentar desigualdades de ingreso. Este contexto, que no se deja interpretar por tasas óptimas ni análisis de eficiencia, ha exigido el retorno a los autores clásicos para ofrecer respuestas a nuevas preguntas, para con ello volver a fijar el rol de los impuestos en las dinámicas entre estado y sociedad.

En este impulso, Peter Sloterdijk ofrece una de las aproximaciones recientes más ambiciosas. Filósofo, teórico de la cultura, profesor de la Universidad de Arte y Diseño de Karlsruhe y escritor de decenas de libros, publica Fiscalidad voluntaria y responsabilidad ciudadana después de sostener un controvertido debate publicado en diarios alemanes sobre el sentido de los impuestos, su mal funcionamiento actual y su proyección a futuro. El libro está escrito como un ensayo y no como investigación empírica —aunque incorpora fuentes secundarias en su análisis—, y no realiza un tratamiento profundo y extenso de temas impositivos específicos, pero entrega los materiales básicos para exponer un punto de vista original e incisivo: la tributación actual tiene un fundamento inadecuado, que otorga un poder muy amplio al estado y perjudica a los contribuyentes, y que debe repensarse con una nueva ética política para el futuro. Los argumentos que componen esta propuesta se relacionan también con otros temas vigentes, como la democracia, el rol del estado, la idea de crisis, la debilidad de la socialdemocracia actual, o el futuro del capitalismo.

El libro está organizado como un compilado que reúne distintos formatos, a través de los cuales Sloterdijk presenta su perspectiva e intercambia opiniones con la prensa alemana sobre ella. En el prólogo explica su propuesta de una nueva fiscalidad con más amplitud que en el ensayo para la prensa, para responder a lo que él considera han sido incomprensiones o distorsiones. A continuación, le siguen dos artículos, el primero de los cuales inició la polémica en los diarios, titulado “Capitalismo y cleptocracia”, donde critica al estado y su tamaño en las sociedades actuales y formula una concepción renovada de los impuestos como respuesta a ese diagnóstico. En el segundo ensayo, “Última salida: indignación” se concentra en los problemas de excluir a la ciudadanía de las grandes decisiones políticas, lo que alimenta un proceso de degeneración del modelo democrático y un riesgo de indignación general.

En las dos secciones siguientes se incluyen ocho entrevistas donde el autor dialoga con distintos medios alemanes. Las primeras cuatro son conversaciones a partir de un diagnóstico más amplio sobre el estado, los mercados y la crisis de la sociedad actual. En las cuatro siguientes, en cambio, se despliegan más específicamente algunos aspectos de su enfoque tributario y de la realidad alemana, analizando las bases del estado fiscal, el domicilio ideológico que se desprende de su propuesta, el contraste entre obligatoriedad versus voluntariedad de los impuestos, la tensión entre miedo y cohesión social, y por qué su enfoque no representa una defensa de los más ricos.

Aunque el libro se nutre de discusiones filosóficas clásicas y contemporáneas, se orienta hacia un público más amplio que el académico. El hecho de que los contenidos reproduzcan en su mayoría ensayos o entrevistas en medios fortalece la intención de Sloterdijk de acoger en su argumentación un sentido común ciudadano, aunque ese acercamiento impide que sus juicios enfrenten con mayor profundidad los múltiples enfoques académicos en esta materia.

La propuesta general del libro postula una transformación de la tributación existente, lo que se encarna no en cambios en la estructura impositiva o en los tipos de impuestos prevalecientes, sino en una nueva concepción que sustente los tributos y el acto mismo del dar que ellos involucran. Para esto, Sloterdijk repasa las distintas maneras que han tenido los estados de conseguir recursos, diagnosticando que la fiscalidad actual tiene un origen absolutista (pp. 41-46). Asumiendo ese origen, los impuestos constituirían para el autor un dominio no conquistado por el poder de la ciudadanía, plasmándose esa ausencia de soberanía popular en una noción de tributo como deuda contraída por el ciudadano con el fisco. El contribuyente, concebido como deudor, sería poco valorado por el estado, y su humillación sistemática estaría a la base del gran disgusto social de los ciudadanos con la fiscalidad (p. 67).

Una nueva comprensión de la tributación implica, para Sloterdijk, reconsiderar la connotación negativa asociada a los impuestos, transitando desde la afirmación de que al tributar hay algo que se adeuda, hacia una que establece que hay algo que se dona. Tal propuesta se inscribe en lo que para el autor representa la necesidad de un nuevo “ánimo moral para la democracia” (p. 52), simbolizando los impuestos “el fenómeno moral central de nuestra civilización” (p. 157). Esta necesidad del proyecto democrático sugiere la revitalización de una cultura del orgullo donde se valore con más claridad a los dadores, desmontando un enfoque caracterizado por la escasez para dar paso a uno definido por la abundancia, donde domina la generosidad de ciudadanos concientes e informados, cuyo comportamiento activo les permitiría colaborar más directamente en decisiones fiscales (p. 96) y ejercer de contrapeso para que el estado cumpla la misión que se le ha encomendado.

Aunque Sloterdijk sugiere que estas ideas constituyen un experimento teórico llamado a repensar el fundamento de la tributación, con lo cual pareciera querer relajar el escrutinio al que se somete toda propuesta teórica al ingresar al espacio público, no puede esperarse que tales ideas no generen una gran polémica. A fin de cuentas, al poner en tela de juicio el modo en que se pagan impuestos, su justificación, y la disposición de los contribuyentes al pago, toca aspectos profundamente problemáticos en las sociedades actuales, como son el financiamiento de los estados y la búsqueda de justicia en la arquitectura de cooperación social. Ambos temas reciben atención porque son confrontados por múltiples dificultades, varias de las cuales redundan en ingentes pérdidas anuales para los estados, que ven sustraídos recursos vitales para el financiamiento de bienes públicos. En ese sentido, el trabajo de Sloterdijk permite múltiples interpretaciones, pero una de ellas, acaso la más sonora entre sus críticos, advierte que sus argumentos podrían terminar justificando el comportamiento apático, individualista y escéptico de quienes hoy, teniendo que pagar impuestos, optan por no hacerlo, o por reducirlo todo lo posible. Una fiscalidad voluntaria vuelve la tributación un asunto de caridad individual, disuelve el pacto fiscal en una comunidad política con deberes y beneficios, y acaba con las políticas de bienestar basadas en el rol central del estado como instituidor de lo social.

Aunque la reflexión tributaria requiere sensibilidad para hacerse cargo de grandes interrogantes y amplitud para ensayar respuestas que trasciendan las posturas convencionales, tampoco debería perderse de vista el contexto socioeconómico. Pensando en la realidad latinoamericana, la fiscalidad puede ser cuestionada ante todo por su incapacidad para recaudar de manera equitativa, reducir las crónicas disparidades económicas y financiar el acceso a servicios sociales de calidad para sectores vulnerables. De esta forma, en sociedades con desigualdades crecientes o persistentes —donde los perjuicios para los más pobres y las ventajas no meritocráticas de los más ricos son cada vez mas evidentes—, el desafío de repensar la tributación debería ponderar con igual importancia el replanteamiento moral e institucional de los impuestos con la búsqueda de una sociedad más justa.