Rosemary Hennessy (2013)


Fires On The Border. The Passionate Politics of Labor Organizing on the Mexican Frontera


The University of Minnessota Press, Minneapolis, 301 pp.



Reseñado por Yoalli Rodriguez Aguilera


University of Texas at Austin


El libro Fires On The Border. The Passionate Politics of Labor Organizing on the Mexican Frontera es una apuesta por explorar los sentimientos y pasiones dentro de las organizaciones laborales de las maquilas en la frontera norte de México. El libro está dividido en tres secciones: History, Affect and Representation; Sex, Labor, Movement y The Utopian Question, que en total contienen 8 capítulos. Fires On the Border está dirigido a personas interesadas en la crítica a la estructura heterocapitalista de la modernidad, a propuestas de lecturas alternativas sobre el capitalismo y el trabajo desde la teoría queer y feminista y a personas interesadas en estudios críticos sobre la maquila.


El libro se inserta dentro de la literatura académica sobre las mujeres en las maquilas desde los años sesenta, los cuales, en su mayoría, están centrados en la desarticulación de las economías tradicionales con la entrada de la modernización, la feminización del proletariado en países «no desarrollados», así como en los impactos locales del capitalismo neoliberal. En este sentido, en general existe un análisis marxista, en el que se hace una crítica a las estructuras de explotación dentro de la maquila. Por el contrario, el libro Fires On the Border aporta una nueva lectura y perspectiva dentro de los estudios sobre la maquila. Hennessy propone el análisis desde la teoría de los afectos, the affective turn, el cual se centra en la importancia de las emociones y los sentimientos en la construcción de la realidad cotidiana, así como en la construcción de la micropolítica y la resistencia. Asimismo, la autora resalta la importancia del género y la sexualidad en la construcción de la subjetividad y de cómo el conocimiento y la política están incorporadas en el cuerpo propio.


México tiene una tradición larga de sindicatos, pero a partir de los años sesenta estuvieron muy cercanos al partido oficial en el poder de ese momento y que hace dos años volvió a ganar (Partido Revolucionario Institucional, PRI). Sin embargo, los trabajadores de la maquila, sobre todo en Nuevo Laredo, Tamaulipas, fueron conocidos por sus luchas y huelgas en contra de las malas condiciones laborales. Hennessy destaca que estas primeras huelgas fueron organizadas por las mujeres y marcaron un hito en la historia de los sindicatos autónomos de la frontera.


Rosemary Hennessy, a través de las páginas, narra la importancia del afecto en las organizaciones de trabajadores de la maquila en la frontera norte de México. La autora hace una crítica a las nociones positivistas en las ciencias sociales, en donde las emociones y sensaciones son subvaloradas y la racionalidad/razón es la perspectiva dominante. Desde diversas posturas feministas se ha hecho una crítica a dichas perspectivas, subrayando la importancia epistemológica de las emociones.


En el texto se exploran las emociones ligadas a una materialidad concreta. Hennessy, desde una postura marxista feminista, se acerca a las historias de las pasiones en las maquilas. Para la autora, el enfoque materialista del afecto se define como «la capacidad humana intrínseca a la estructura de la vida biológica-social, articulada a través de significados y prácticas históricamente variables, muchas de las cuales se adhieren a las necesidades de reunión entre trabajadores» (56).


De igual forma, la autora explora el concepto de cultura del afecto, el cual se refiere a la transmisión de sensaciones y emociones cognitivas a través de prácticas culturales (50). Sin embargo, para Hennessy, la materialidad de dicha cultura del afecto está modulada por las necesidades producidas. La importancia de la cultura del afecto reside en que motiva la capacidad de cooperación y colaboración colectiva.


La sexualidad es otro componente clave del libro. Entendida como una construcción social, la autora describe la sexualidad construida a través de categorías como «gay», «lesbiana» y «homosexual», que forman parte de un binarismo determinista biológico —hombre/mujer— y que es contrario a nociones de la teoría queer, que entiende la sexualidad como performática y como un constructo cultural inestable. Estas categorías de la sexualidad marcan la experiencia laboral cotidiana: si eres un cuerpo abyecto, disidente o que vale menos según el marco heteronormativo, esta «segunda piel» (identidades sociales adquiridas) justifica la explotación o el valor disminuido del trabajo. La característica común de la segunda piel dentro de un sistema capitalista patriarcal, de acuerdo a la autora, es estar relacionada con lo femenino. Comprendido como algo negativo y de menor valor, existe una feminización de los cuerpos: los gays son «las nuevas mujeres» de las maquilas (137). Cuando ocurre esta feminización de los cuerpos, la homofobia, el machismo y la violencia genérica se materializan en la hiperexplotación laboral e hipervulnerabilidad de las y los trabajadores de las maquilas. La sexualidad también ha sido utilizada como una herramienta de dominación dentro de las maquilas, al existir casos de mujeres trabajadoras de maquilas acosadas sexualmente por los gerentes o jefes de las empresas.


Rosemary Hennessy nos acerca a los testimonios y las voces de mujeres y hombres trabajadores de la maquila que se han organizado, basándose en el amor, como una experiencia que da fuerza frente a la política cotidiana del miedo y la explotación. La autora narra con detalle, por ejemplo, los encuentros que hubieron entre la colonia Blanca Navidad en Nuevo Laredo y los zapatistas. La mayoría de los habitantes de esta colonia son trabajadores de la maquila. Desde 2008, se reconocieron a sí mismos como una comunidad autónoma, inspirados por los ocho diálogos que construyeron con el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) entre 2001 y 2007. Uno de los mayores cambios ha sido el intento por subvertir la cultura patriarcal de la comunidad. La Ley Revolucionaria de las Mujeres existente desde 1993 entre los zapatistas, así como las voces de las comandantas Myriam y Eucaria que visitaron Blanca Navidad, inspiraron a las mujeres trabajadoras a luchar por una vida más justa y pelear contra los sistemas sexo-genéricos que las oprimen en su comunidad.


El trabajo y la organización de comunidad, según Hennessy, hay que entenderlos como actos de amor. Asimismo, entender al amor como «un valor político y una fuerza material» (206). Cuando la gente se organiza por sí misma, se une para buscar un objetivo en común y pierde el sentimiento de soledad, pues ahora se encuentra acompañada, entonces se enamora de la utopía. Una utopía que, lejos de ser algo inalcanzable, en la cotidianeidad se hace palpable.


El libro nos recuerda que hay otras formas de hacer ciencias sociales. Aprender a escuchar y colaborar con la gente con la que trabajamos, reconociendo nuestras limitaciones y también nuestros privilegios (relaciones de poder que se construyen) como investigadores. El libro nos motiva a explorar los afectos y emociones como otra forma epistemológica interesante. Las luchas diversas que se construyen en México y otros lugares, muestran cómo, frente al capitalismo heteropatriarcal así como a políticas estatales violentas, se siembra una rebeldía que busca dignidad y justicia. Esta rebeldía se nutre a diario al imaginarnos en un colectivo, organizándonos y teniendo esperanza. Esperanza de creer que es posible, como ya lo dijeron los zapatistas, un mundo donde quepan muchos mundos.