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Reseñado por Paulina Soto Riveros
Freie Universität Berlin
La antología The Cross-Dressed Caribbean: Writings, Politics,
Sexualities (2013) editada por Maria Cristina Fumagalli, Bénédicte
Ledent y Roberto del Valle Alcalá, que evidencia una rica
proliferación de perspectivas críticas, es un paradigma de la
importancia que han adquirido las indagaciones sobre el Caribe en
el ámbito de los estudios culturales y las ciencias sociales. El
Caribe, por los amplios flujos de encuentros culturales y
migraciones que moviliza, se constituye como un locus privilegiado
para las investigaciones actuales que se proponen un abandono de
los paradigmas fronterizos de tipo sexuales y nacionales y
descubren en la región aquella movilidad espacial, cultural y
mediática que constituye una de las particularidades del mundo
contemporáneo. Mundo que sigue fundándose en la reproducción de
identidades hegemónicas, pero que potencia flujos de comunicación
en red y la solapada irrupción de nuevas subjetividades
«disfuncionales».
Con una selección de piezas literarias y estudios críticos sobre
narrativa y dramaturgia contemporánea, la antología aborda las
proliferantes representaciones de la temática del travestismo, su
raigambre en mascaradas, carnavales y ritos vudú y su movilización
de estrategias de resistencia en el área (9). Según la definición
del libro, el Caribe se caracteriza como un área cultural y
regional multilingüística, sujeta a una histórica
«indeterminación» —recibiendo denominaciones como las de
«Antillas» o «Indias Occidentales»— impuesta por los ímpetus de
supremacía de los imperios nórdicos. En este heterogéneo contexto
postcolonial, el cross-dressing se utiliza para la producción y
(re)definición de la raza, el color, la clase y la etnia en zonas
que atraviesan del caribe anglosajón al holandés (3, 4).
El objetivo del libro es estudiar la proyección e impacto de estas
prácticas en la sociedad caribeña en su conjunto. Sus cuatro
temáticas, «Revolución drag», «A través del tiempo», «Teorías en
la carne» y «Síntomas y desvíos», formulan un recorrido a través
de problemáticas de conflicto en el área, como lo son la
masculinización de las identidades patrias, el control
institucional del cuerpo y el legado de las ideologías
eurocéntricas. En los análisis presentados, el travestismo no se
reduce a una práctica reivindicativa sexual, sino que constituye
un acto creativo polivalente que devela el estatuto «ficcional» de
categorías e identidades sociales, raciales y de género,
permitiendo la liberación de múltiples singularidades (13, 14).
Mediante estrategias de performatividad que involucran formas de
transexualidad, transgénero, intersexualidad, hermafroditismo y
prácticas queer en general, el travestismo moviliza biopolíticas
en disenso (16).
«Revolución drag» considera la importancia histórica del
travestismo en la contestación de la supremacía masculina de la
Revolución Cubana. Paula Sato analiza De donde son los cantantes
(1967) de Severo Sarduy y el desarrollo del estereotipo del Hombre
Nuevo en la coyuntura de la amenaza imperialista norteamericana.
Sarduy incorpora a travestis como agentes activos, capaces de
defensa militar, para involucrar lo «femenino» en las ideas sobre
la cubanidad. En Antes que anochezca (1992) de Reinaldo Arenas, el
proceso de subversión desplaza la representación sexual binaria
del régimen. Según Roberto del Valle Alcalá, Arenas explora la
ilimitación del deseo presimbólico de su niñez para desmantelar
tal lógica. Así, se destaca la importancia de las políticas de
género en las estrategias de agenciamiento postcoloniales. Michael
Niblett estudia Biblique des dernier gestes (2002) de Patrick
Chamoiseau, donde un elemento clave para repensar la rebelión
nacional es el cuestionamiento de las convenciones sexuales. En la
lectura de No Telephone to Heaven (1987) de Michele Cliff, Chantal
Zabus sugiere la posibilidad de que se «engendre» una nueva nación
queer para detener la idea «macho alfa» jamaicana.
La segunda parte del libro, «A través del tiempo», subraya la
importancia del folclor en la creación de nuevos imaginarios
culturales liberados del legado colonial. Karina Smith estudia la
obra Muffet Inna All a Wi (1986) del colectivo de teatro Sistren y
sugiere que ésta crea un espacio donde el orden de género es
desafiado. Mujeres se visten en atavíos masculinos para burlar las
construcciones del hombre jamaicano. Por su parte, Wendy Knepper
identifica cómo en la novela Midnight Robber (2000) de Nalo
Hopkinson, se incorporan herramientas de la cultura caribeña
vernácula para explorar las convenciones del género y la
sexualidad. El uso de componentes como las mascaradas estimulan un
imaginario regional emancipado. Kerstin Oloff propone que en estos
textos el queering de las narrativas del pasado es el paso crucial
para la descolonización de la sociedad. Mujer en traje de batalla
(2003) de Benítez Rojo desestabiliza las imágenes del poder
decimonónico y Aelred’s Sin (1998) de Lawrence Scott —analizada
por Lee Easton y Kelly Hewson— desmitifica instituciones como el
monasterio.
El tercer segmento del libro, «Teorías en la carne», lee al
travestismo como una estrategia biopolítica en pos del devenir de
las identidades individuales y colectivas. Las escritoras Mayra
Santos Febres y Shani Mootoo meditan sobre su propias fuentes de
inspiración. Para Santos Febres, el travestismo es la mejor
estrategia de sobrevivencia caribeña. El performer esconde su
pobreza y dolor en fantasía y exotismo e impacta al espectador.
Por su parte, Mootoo testimonia su experiencia como migrante
lesbiana en la región. Para ella, la reedición de la figura del
starboy de la India ofrece una identidad alternativa en el seno de
la sociedad caribeña. En un mundo altamente teatralizado por las
convenciones, el travestismo deviene en un espacio de amparo,
onírico. Así ocurre en «Tales Told under the San Fernando Hill»
(2013) de Lawrence Scott, cuento en el que se retrata la sociedad
de Trinidad y Tobago y la costumbre juvenil del disfraz. Por
último, Carrine M. Mardorossian analiza Who Slashed Célanire’s
Throat (2004) de Maryse Condé, observando el valor subversivo de
la sobreimpostación de las convenciones de género.
«Síntomas y desvíos», la última y más heterogénea sección del
libro, considera temáticas que van de la locación del género en
las religiones afro-diaspóricas al análisis del travestismo como
forma de reinscripción de la normatividad sexual. Roberto
Strongman estudia la religiosidad africana y la noción del cuerpo
como una identidad removible y múltiple en oposición a la idea
occidental de una identidad unitaria y fija. Odile Ferly analiza
la desestabilización de las concepciones de género desarrolladas
por la representación de ritos de «paso» en obras de la literatura
cubana y dominicana contemporánea. Lisabeth Paravisini lee Omeros
(1990) de Derek Walcott donde nota la importancia del espacio
doméstico como un ámbito de emancipación. Por último, Isabel
Hoving complejiza las perspectivas de la antología, al postular,
mediante una indagación en la literatura en lengua holandesa de
Surinam, que la figura del travesti no siempre cumple un rol
subversivo.
Aunque en algunos textos se resbale en pequeños esencialismos, la
importancia de The Cross-Dressed Caribbean es el análisis del
travestismo como una operación estratégica y no como un carácter
esencial del área. La antología revela que el procedimiento de
cross-dressing permite la visibilización de perspectivas
antibinaristas, la reivindicación de variadas «terceras
posiciones» de género (ni masculinas, ni femeninas) y el acceso a
la producción de identidades sui generis. Sin embargo, en
ocasiones, el cometido del libro: proyectar los estudios
realizados a lecturas situadas sobre la vida en la región, se ve
truncado. A pesar de considerar un diálogo inicial con el medio
social, la mayoría de los artículos desarrollan close readings de
las obras presentadas; análisis confinados a los límites de las
mismas obras. Como consecuencia, se tiende a desvincular el objeto
de estudio de su medio de producción, sublimando las
representaciones ficcionales y relegando la posibilidad de que las
obras en sí mismas se encuentren sujetas a la crítica. Como
repositorios de verdad, novelas, cuentos y crónicas parecen, por
momentos, idénticas a los conceptos utilizados para analizarlas y
al canon teórico de autores como Wendy Castro, Judith Butler, Eve
Kosofsky Sedwick, Homi Bhabha y Marjorie Garber, que surgen con
insistencia en la antología.