Anthony Bebbington y Jeffrey Bury (eds.) (2013)


Subterranean Struggles. New Dynamics of Mining, Oil, and Gas in Latin America


Austin: University of Texas Press, 343 pp.



Reseñado por Marco Just Quiles

Freie Universität Berlin


A la luz de una persistente competencia global por el acceso a los recursos naturales, América Latina no sólo ha reforzado su papel tradicional como exportador de materias primas, sino también se ha solidificado como campo de batallas socio-ambientales en torno a la explotación de estos recursos. Los conflictos ocasionados se desenvuelven en un contexto complejo de múltiples entrelazamientos entre gobiernos nacionales, entidades regionales, poblaciones locales y el sistema económico global, penetrando el ordenamiento socioeconómico, territorial y ecológico.


Dentro de este contexto, la extracción de recursos del subsuelo tiene un impacto particularmente elevado. Por un lado es justamente la explotación de minerales, petróleo y gas la que ha aumentado de manera exorbitante en Latinoamérica. Por otro lado, como ninguna otra actividad económica, la industria extractiva está ligada al territorio de su yacimiento, afectando agendas políticas y transformando las relaciones sociales y medioambientales.


La preocupación por las implicaciones conflictivas proviniendo en particular de la extracción de recursos del subsuelo se ve recogida de manera excelente en el libro Subterranean Struggles. New Dynamics of Mining, Oil, and Gas in Latin America, editado por los geógrafos Anthony Bebbington (Clark University) and Jeffry Bury (UC Santa Cruz). El mensaje principal del libro es que no se pueden explicar las transformaciones sociopolíticas y económicas recientes en Latinoamérica sin considerar el subsuelo y su explotación como factor endógeno clave. Basándose en una compilación de estudios de caso en diferentes países andinos, los autores/as defienden, además de generar nuevos conocimientos empíricos, que se incluya el análisis del subsuelo en la subdisciplina de la ecología política.


El libro está dividido en once capítulos en los que participan más de una docena de expertos/as destacados/as en geografía, ecología política y antropología. En la introducción los editores desarrollan ideas conceptuales para formular una ecología política del subsuelo. Mientras que el enfoque clásico de los estudios de ecología política se centra en los determinantes político-económicos de las transformaciones en la superficie (tierras, bosques y agua), lo subterráneo suele quedar al margen. No obstante, el estudio sistemático de las transformaciones ocasionadas por la extracción del subsuelo puede aportar ideas claves para explicar, entre otros, el papel central del Estado y de las interdependencias globales dentro de la ecología política, dos consideraciones elaboradas de manera insuficiente en los debates académicos de la subdisciplina.


En los capítulos subsiguientes, diferentes estudios de caso exploran dichas transformaciones mediante la aplicación de distintos métodos mayormente cualitativos. Todos los estudios toman como punto de partida el análisis de conflictos socio-ambientales recientes. Tras una visión panorámica sobre el desarrollo actual del extractivismo en la región andina-amazónica por los editores (Capítulo 2), Tom Perrault (Capítulo 3) analiza el papel del gas natural en los persistentes conflictos territoriales entre actores nacionales y subnacionales en Bolivia. Jeffery Burry y Timothy Norris (Capítulo 4) examinan dos distintas formas de gobernanza neoliberal de la naturaleza en el Perú desde los años 90 —la minería en gran escala y las iniciativas privadas de protección medioambiental—, con los conflictos sociales que ambas han producido. Jennifer Moore y Teresa Velásquez (Capítulo 5) abordan las estrategias de resistencia de los campesinos bananeros en el suroeste de Ecuador contra las actividades extractivas de las multinacionales, que de forma paradójica se ven respaldadas por el gobierno supuestamente progresista de Rafael Correa. Siguiendo en el contexto ecuatoriano, Ximena Waarnas (Capítulo 6) explora en su estudio de caso cómo los conflictos alrededor de la explotación minera influyen sobre la vida cotidiana en las localidades afectadas, reproduciendo a menudo tensiones sociales y territoriales que vienen desde mucho antes. Anthony Bebbington y Martin Scurrah (Capítulo 7) demuestran, con su análisis de un conflicto petrolero en el noreste de la selva peruana, cómo grupos indígenas lograron aprovechar con éxito instituciones estatales —en este caso la defensoría del pueblo— en su estrategia de resistencia. Derrick Hindery (Capítulo 8) explora las sinergias entre la instalación de gaseoductos, minería y proyectos de infraestructura en la Chiquitania boliviana, aludiendo a los complejos entrelazamientos propios de los conflictos en todo proyecto extractivista. En los dos últimos capítulos Julio Postigo et al (Capítulo 9) y Anthony Bebbington et al (Capítulo 10) elaboran un acercamiento analítico para comparar diferentes zonas en pugna en el marco de una ecología política del subsuelo.


Entre las debilidades del libro se destaca la escasa selección de países utilizados para ejemplificar la diversidad de los conflictos extractivistas. Si bien el trabajo compila un gran número de estudios de caso, la inclusión de otros países como Chile, México o Brasil, posiblemente llevaría a la luz dinámicas y lógicas distintas alrededor de la explotación del subsuelo. Además justificaría de forma más coherente el objetivo reflejado en el subtítulo de la obra: tematizar un fenómeno presente en «toda» América Latina. También se echa de menos a veces una mayor concreción en el análisis de los actores de la industria extractiva. Incluyendo sus estructuras, discursos, acciones y entrelazamientos, tanto con el Estado como con la sociedad, es probable que el libro hubiera aportado además otra faceta importante de los conflictos descritos. A pesar de estas debilidades la valoración global de la obra es sumamente positiva.


Subterranean Struggles constituye una contribución importante al explorar una de las principales fuentes de transformación y conflicto en América Latina. El gran mérito de este libro se basa sobre todo en dos aspectos:


Por un lado, el trabajo explicita de manera diáfana el impacto multidimensional de las actividades extractivas del subsuelo en términos sociopolíticos, abarcando de manera simultánea diversos sectores y actores estatales y no estatales en distintas escalas geográficas. Esta sensibilidad analítica para los entrelazamientos verticales y horizontales se ve reflejada en los estudios de caso que, aunque partiendo de una realidad muy específica local, alcanzan con rapidez el complejo multidimensional que radica en cada conflicto reseñado. Además de la elaboración minuciosa y el rigor estilístico, el lector agradece que cada capítulo aporte una faceta nueva, muchas veces imprevista, lo que no sólo demuestra el alto grado de sintonización entre los autores, sino también su esfuerzo común por evitar argumentaciones simplificadas y normativas.


Por otro lado, el trabajo acierta al identificar al Estado no sólo como un actor sino como el terreno clave de los conflictos socio-ambientales. Esto se da en especial con respecto al subsuelo, donde el Estado asume por lo general el papel de dueño y regulador de la actividad extractiva. Por lo tanto en el Estado confluyen las dinámicas de resistencia y negociación, que lo convierten tanto en facilitador como antagonista. Reconocer la importancia del Estado en su rol ambivalente puede ayudar a entender los resultados tan diversos de los conflictos alrededor de la explotación del subsuelo. Además, al retomar la idea del Estado como terreno de lucha, la exploración de las dinámicas de dichos conflictos socio-ambientales nos lleva a entender con mayor claridad las características y el funcionamiento del entramado Estado-sociedad: aparato institucional del Estado, mecanismos de negociación, constelaciones de poder y participación ciudadana. Desde esta perspectiva, la ecología política del subsuelo se convierte en un centro de interés que traspasa el círculo exclusivo de geógrafos, politólogos y antropólogos especializados en lo ambiental.


Por lo tanto, si bien en la lectura de Subterranean Struggles se echa de menos, a veces, un lenguaje menos técnico para facilitar la comprensión al lector no académico, el libro puede considerarse lectura obligada, no sólo para todos aquellos que pretenden entender las transformaciones recientes relacionadas con el extractivismo en América Latina, sino también para un amplio público interesado en la diversificada naturaleza de la relación Estado-sociedad en esta región.