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Reseñado por Marco Just Quiles
Freie Universität Berlin
A la luz de una persistente competencia global por el acceso a
los recursos naturales, América Latina no sólo ha reforzado su
papel tradicional como exportador de materias primas, sino
también se ha solidificado como campo de batallas
socio-ambientales en torno a la explotación de estos recursos.
Los conflictos ocasionados se desenvuelven en un contexto
complejo de múltiples entrelazamientos entre gobiernos
nacionales, entidades regionales, poblaciones locales y el
sistema económico global, penetrando el ordenamiento
socioeconómico, territorial y ecológico.
Dentro de este contexto, la extracción de recursos del subsuelo
tiene un impacto particularmente elevado. Por un lado es
justamente la explotación de minerales, petróleo y gas la que ha
aumentado de manera exorbitante en Latinoamérica. Por otro lado,
como ninguna otra actividad económica, la industria extractiva
está ligada al territorio de su yacimiento, afectando agendas
políticas y transformando las relaciones sociales y
medioambientales.
La preocupación por las implicaciones conflictivas proviniendo
en particular de la extracción de recursos del subsuelo se ve
recogida de manera excelente en el libro Subterranean Struggles.
New Dynamics of Mining, Oil, and Gas in Latin America, editado
por los geógrafos Anthony Bebbington (Clark University) and
Jeffry Bury (UC Santa Cruz). El mensaje principal del libro es
que no se pueden explicar las transformaciones sociopolíticas y
económicas recientes en Latinoamérica sin considerar el subsuelo
y su explotación como factor endógeno clave. Basándose en una
compilación de estudios de caso en diferentes países andinos,
los autores/as defienden, además de generar nuevos conocimientos
empíricos, que se incluya el análisis del subsuelo en la
subdisciplina de la ecología política.
El libro está dividido en once capítulos en los que participan
más de una docena de expertos/as destacados/as en geografía,
ecología política y antropología. En la introducción los
editores desarrollan ideas conceptuales para formular una
ecología política del subsuelo. Mientras que el enfoque clásico
de los estudios de ecología política se centra en los
determinantes político-económicos de las transformaciones en la
superficie (tierras, bosques y agua), lo subterráneo suele
quedar al margen. No obstante, el estudio sistemático de las
transformaciones ocasionadas por la extracción del subsuelo
puede aportar ideas claves para explicar, entre otros, el papel
central del Estado y de las interdependencias globales dentro de
la ecología política, dos consideraciones elaboradas de manera
insuficiente en los debates académicos de la subdisciplina.
En los capítulos subsiguientes, diferentes estudios de caso
exploran dichas transformaciones mediante la aplicación de
distintos métodos mayormente cualitativos. Todos los estudios
toman como punto de partida el análisis de conflictos
socio-ambientales recientes. Tras una visión panorámica sobre el
desarrollo actual del extractivismo en la región
andina-amazónica por los editores (Capítulo 2), Tom Perrault
(Capítulo 3) analiza el papel del gas natural en los
persistentes conflictos territoriales entre actores nacionales y
subnacionales en Bolivia. Jeffery Burry y Timothy Norris
(Capítulo 4) examinan dos distintas formas de gobernanza
neoliberal de la naturaleza en el Perú desde los años 90 —la
minería en gran escala y las iniciativas privadas de protección
medioambiental—, con los conflictos sociales que ambas han
producido. Jennifer Moore y Teresa Velásquez (Capítulo 5)
abordan las estrategias de resistencia de los campesinos
bananeros en el suroeste de Ecuador contra las actividades
extractivas de las multinacionales, que de forma paradójica se
ven respaldadas por el gobierno supuestamente progresista de
Rafael Correa. Siguiendo en el contexto ecuatoriano, Ximena
Waarnas (Capítulo 6) explora en su estudio de caso cómo los
conflictos alrededor de la explotación minera influyen sobre la
vida cotidiana en las localidades afectadas, reproduciendo a
menudo tensiones sociales y territoriales que vienen desde mucho
antes. Anthony Bebbington y Martin Scurrah (Capítulo 7)
demuestran, con su análisis de un conflicto petrolero en el
noreste de la selva peruana, cómo grupos indígenas lograron
aprovechar con éxito instituciones estatales —en este caso la
defensoría del pueblo— en su estrategia de resistencia. Derrick
Hindery (Capítulo 8) explora las sinergias entre la instalación
de gaseoductos, minería y proyectos de infraestructura en la
Chiquitania boliviana, aludiendo a los complejos
entrelazamientos propios de los conflictos en todo proyecto
extractivista. En los dos últimos capítulos Julio Postigo et al
(Capítulo 9) y Anthony Bebbington et al (Capítulo 10) elaboran
un acercamiento analítico para comparar diferentes zonas en
pugna en el marco de una ecología política del subsuelo.
Entre las debilidades del libro se destaca la escasa selección
de países utilizados para ejemplificar la diversidad de los
conflictos extractivistas. Si bien el trabajo compila un gran
número de estudios de caso, la inclusión de otros países como
Chile, México o Brasil, posiblemente llevaría a la luz dinámicas
y lógicas distintas alrededor de la explotación del subsuelo.
Además justificaría de forma más coherente el objetivo reflejado
en el subtítulo de la obra: tematizar un fenómeno presente en
«toda» América Latina. También se echa de menos a veces una
mayor concreción en el análisis de los actores de la industria
extractiva. Incluyendo sus estructuras, discursos, acciones y
entrelazamientos, tanto con el Estado como con la sociedad, es
probable que el libro hubiera aportado además otra faceta
importante de los conflictos descritos. A pesar de estas
debilidades la valoración global de la obra es sumamente
positiva.
Subterranean Struggles constituye una contribución importante al
explorar una de las principales fuentes de transformación y
conflicto en América Latina. El gran mérito de este libro se
basa sobre todo en dos aspectos:
Por un lado, el trabajo explicita de manera diáfana el impacto
multidimensional de las actividades extractivas del subsuelo en
términos sociopolíticos, abarcando de manera simultánea diversos
sectores y actores estatales y no estatales en distintas escalas
geográficas. Esta sensibilidad analítica para los
entrelazamientos verticales y horizontales se ve reflejada en
los estudios de caso que, aunque partiendo de una realidad muy
específica local, alcanzan con rapidez el complejo
multidimensional que radica en cada conflicto reseñado. Además
de la elaboración minuciosa y el rigor estilístico, el lector
agradece que cada capítulo aporte una faceta nueva, muchas veces
imprevista, lo que no sólo demuestra el alto grado de
sintonización entre los autores, sino también su esfuerzo común
por evitar argumentaciones simplificadas y normativas.
Por otro lado, el trabajo acierta al identificar al Estado no
sólo como un actor sino como el terreno clave de los conflictos
socio-ambientales. Esto se da en especial con respecto al
subsuelo, donde el Estado asume por lo general el papel de dueño
y regulador de la actividad extractiva. Por lo tanto en el
Estado confluyen las dinámicas de resistencia y negociación, que
lo convierten tanto en facilitador como antagonista. Reconocer
la importancia del Estado en su rol ambivalente puede ayudar a
entender los resultados tan diversos de los conflictos alrededor
de la explotación del subsuelo. Además, al retomar la idea del
Estado como terreno de lucha, la exploración de las dinámicas de
dichos conflictos socio-ambientales nos lleva a entender con
mayor claridad las características y el funcionamiento del
entramado Estado-sociedad: aparato institucional del Estado,
mecanismos de negociación, constelaciones de poder y
participación ciudadana. Desde esta perspectiva, la ecología
política del subsuelo se convierte en un centro de interés que
traspasa el círculo exclusivo de geógrafos, politólogos y
antropólogos especializados en lo ambiental.
Por lo tanto, si bien en la lectura de Subterranean Struggles se
echa de menos, a veces, un lenguaje menos técnico para facilitar
la comprensión al lector no académico, el libro puede
considerarse lectura obligada, no sólo para todos aquellos que
pretenden entender las transformaciones recientes relacionadas
con el extractivismo en América Latina, sino también para un
amplio público interesado en la diversificada naturaleza de la
relación Estado-sociedad en esta región.